lunes, 19 de diciembre de 2011

Emilio Romero, autor de “la paz empieza nunca”.



Emilio Romero nació en Arévalo, y ya en vida, tenía allí una gran avenida a su nombre. Debo mucho a esa ciudad. De no haber ganado el premio de su Cámara de Comercio, no habría encontrado causa suficiente para iniciar este blog, que es algo que me gusta hacer. Fue, además, un dinero; pero sobre todo, el llevar a mis padres a la ceremonia de entrega del cheque y ver la cara de mi madre, orgullosa de mí.

También fui con “objetivos militares” de mi guerra civil. En el Regimiento Farnesio o en las “banderas de Falange” que ocuparon el Barranco de las Cinco Villas iba gente de Arévalo, en el Barranco los recuerdan bien porque algunos de ellos –me dicen- asesinaron gente. Tengo un documento en el que se solicita al Ayuntamiento de Santa Cruz del Valle, “una bandera que cojimos a los rojos” para exhibirla como trofeo en la sede de la Falange en Arévalo. Mi objetivo fue también indagar en el acto de entrega, por si alguien podía llevarme a algún viejo (como mínimo de 92 años) de los que ocupó el valle, pero no conseguí nada.

El pasado jueves, en el rastrillo de Béjar, cayó en mis manos el libro La paz empieza nunca, que fue premio Planeta en 1957 y al hojearlo, vi que trataba de la guerra civil. Lo compré por un euro, y llevo 325 de sus 411 páginas, pero no sé si lo terminaré.

Mi esperanza era que Emilio Romero hubiera pasado por el Barranco a sus 19 años como integrante de una bandera de falange y contara algo de aquello. Pero la trama, -ficción o realidad vivida- no transcurre por allí.

Dice el libro que es la historia de los hombres que en 1936 estábamos por los veinte años, la juventud española sacrificada, mutilada, diezmada; la juventud que tuvo que improvisarlo todo, que titularse de prisa y corriendo en las Universidades para reconstruir la vida cultural y la vida sanitaria, y la vida económica, y todavía anda, con más de cuarenta años, buscándose acomodo. Pero lo que es apología del joven falangista que enamora a todas las rojas que desprecian a sus viles consortes. Los rojos no hacen más que asesinar a sangre fría, mientras que los nacionales luchan como caballeros, a pecho descubierto. La novela, que sigue por la División Azul es, en tan tardía fecha como 1957, abiertamente pronazi, y despreciativa de las democracias occidentales que bloqueaban al régimen de Francisco Franco, Caudillo de España por la G. de Dios.

Yo hace 15 años escuchaba algunas noches una tertulia de Radio Nacional con Emilio Romero y Enrique Curiel, (que era del partido Comunista) y Don Emilio me parecía bastante razonable en comparación con otros tertulianos de derechas. Pero viendo este libro tan parcial, tan falso, comprendo un poco a los amigos de izquierdas que me piden que investigue bien los crímenes fascistas que me olvide un poco de los otros, que ya tuvieron muchos años de machacona y obligatoria memoria histórica.

Este libro de La Paz Empieza Nunca es un ejemplo. No es el primero que leo, pero me molesta la tergiversación de la vida en buenísimos y malísimos. Creo que haciendo lo contrario, acertaré con el mío.



Después he mirado en Internet sobre Emilio Romero, con el resultado de que el viejecito apacible de los 90, en febrero de 1981 en un artículo atacando al gobierno de entonces, postuló  como salvador de la situación nada menos que a Alfonso Armada, el líder del golpe de estado del día 23, y este mismo día tan señalado Don Emilio parece que habló por teléfono con  Juan García Carrés, el único civil condenado en aquella trama golpista. Parece que su pensamiento político no había evolucionado en 24 años.

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