Hace cuatro años y medio que decidí emprender el libro de la guerra civil en las Cinco Villas de Ávila. Encontré el pretexto para comprarme una grabadora de casete.
Siempre quise tener una, veréis: hace veintitantos años en Salamanca yo acudía a todos los conciertos para guitarra que se celebraban. Tampoco no faltaba nunca un japonés, Takashi Miura, con el que al final trabé amistad e intercambio de partituras, que se grababa los conciertos con un pequeño aparato. Le envidiaba, porque podía llevarse las músicas a casa; quedaba mucho tiempo para que existiera Youtube, (donde uno puede escribir el nombre y el autor de una pieza y seguramente encontrará cinco o seis versiones de profesionales o de aficionados) para escuchar una obra de la que podíamos tener la partitura. En aquellos tiempos, aquel aparato era un capricho fuera de mi alcance.
Veinte años más tarde tenía, al emprender mi libro, el pretexto para comprarme esta grabadora.
Me duró poco: 2 años; pero considero que amorticé los 30 euros que me costó; grabé muchos de los juicios que celebraba: me fue muy útil para transcribir las actas y justificar las sentencias, y muchas conversaciones de viejos de la guerra, que estoy volviendo a escuchar ahora. Mi mayor error fue emplear cintas de 90 minutos, que fueron desgastando la potencia del motor. Ante las agónicas voces ahogadas que me devolvía al final, hube de sustituirla por una grabadora digital, mucho más pequeña, que minimizaba los problemas de pila y superé definitivamente esa angustia de no saber si saltaría la cinta y tener que interrumpir el hilo de una conversación para dar la vuelta al casete.
Ahora se me tuerce lo que hizo que me pusiera a escribir esta “entrada” y pienso en todo lo que ha cambiado a mi alrededor en cinco años. Entonces no tenía cámara digital, llevaba una analógica réflex con la que hacía pocas fotos muy reflexionadas, ahora hago cientos, muchas de ellas casi repetidas, que luego cuesta decidirme cuál borrar. También usaba disquetes para copiar los documentos del ordenador, (ahora tengo dos pendrives).
Todo se ha hecho más barato, más cómodo, dejando por obsoletos antiguos objetos de deseo, que costó tanto tener y que hoy cuesta encontrarles un sitio. Sin embargo, mirando, aún es más importante todo lo que me sirvieron en sus limitaciones, que lo que ahora es tan fácil.
La vida era así, envejezco oyendo ruidos internos por todo mi cuerpo, los polos se están derritiendo, las costas españolas se colmataron de construcciones, la agricultura se acabó en muchos sitios, la industria, el trabajo, desaparecen por doquier, agosto acaba de extenderse hasta octubre, pero vendrá el otoño, ¿o será una antigualla más?
No tires ningún cacharro. La "retrotecología" es interesante.
ResponderEliminar"retrotecnología" quería decir.
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