martes, 9 de febrero de 2021

MAREMAGNUM

 La situación pandémica mundial es difícil, pero, nos merezcan confianza o no, sin vacunas sería insostenible. Gracias a la inmunidad que prometen hay esperanza para la salud, para la economía y para la sociedad como la conocíamos.

Pero es un momento jodido (y ahora no se me ocurre otra palabra) Hay dos vacunas caras que parece que son efectivas: Pfizer y Moderna y una -barata- que es poco efectiva y que, -además- necesita que pasen 10 semanas entre dosis y dosis.

En mi anterior entrada dije que no nos íbamos a vacunar todos de la misma manera, que habría clases, eso no es importante, si algún piensa que va a coincidir en la cola con Messi creo que es un iluso. Lo importante es que una vacuna es de inferior calidad, más engorrosa y menos segura. Porque no tiene ninguna gracia que el 40% de los que se pongan la de Astra Zeneka puedan pillar el bicho.

Yo no oigo hablar a nadie de esto, precisamente creo que ahora van a intentar colarse más personas en la fila de las vacunas que, según los estudios, inmunizan por encima del 90%. Yo tengo suerte de tener 56 años y me toca, (cuando me toque) de las buenas. Lo malo es que mi mujer y mi hija tienen que ponerse, si quieren, la mala.

Otra cosa que ha pasado -supuestamente, porque todo hay que ponerlo en "cuarentena" - es que la mejor vacuna es la rusa, y la Unión Europea la ha despreciado desde el principio y para más inri ahora nos llevamos muy mal con ellos por el asunto Navatny.

De cualquier modo las vacunas dan la esperanza. Si no existiera esa ilusión de que para el otoño se va a enderezar el asunto -en nuestro mundo occidental-, que para mucha gente vaya a ser un plazo demasiado largo, y la situación se alargara indefinidamente, esto iba a ser un caos socioeconómico y mental de proporciones verdaderamente bélicas.

Así que vivan las vacunas por imperfectas que sean. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario