martes, 24 de noviembre de 2020

Nadie podía saber que la ruina podía estar al otro lado de la esquina

 Hace tiempo que no escribía del coronavirus. Hace unos días vi este escaparate:


uno puede tener la empresa más famosa, la "mercedes" de las maletas, y plantearse nuevas inversiones pues el mundo cada vez era mas aficionado a viajar, los viajes por avión fueron cada vez más baratos, pues se optimizaba todo y había mucha competencia, y todos los viajeros presumíamos de nuestros placeres viajeros, con lo que incitábamos a viajar a los perezosos y a los cómodos.

Pero llegó el bicho, y las compañías aéreas tienen sus aviones aparcados en tierra. Seguramente los viajes serán más caros, porque no consiguen llenar los aviones. Y cuando la gente empiece a estar vacunada todo arrancará con lentitud: habrá que recrear el mercado. 

Hoy entré en una guarnicionería especialista en sillas de montar, están ahogados. ¿Quién va a mantener caballos confinados?, ¿Quién va a venir a montar a los centros de equitación?

Así uno seguiría hasta aburrirse, ¿cuánta gente era capaz de vivir de tantas actividades?

Cuando se contamina un río aparece una barbaridad de peces muertos que ni imaginábamos que pudiera existir.

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