miércoles, 13 de noviembre de 2019

"Quien todo lo quiere, todo lo pierde"

Esta frase la leí en El Criticón,  recomendable libro del clérigo y moralista Aragonés del siglo XVII, Baltasar Gracián.
Supongo que esta lección contra la soberbia ya me la explicó el cura Don Macario en las catequesis que nos daba a los niños los domingos por la tarde, después del rosario: había un ángel que era el mas bello, se llamaba Luzbel. Era tan soberbia su belleza e inteligencia que  quiso disputar con Dios, entonces uno de sus compañeros, el Arcángel San Miguel (1), le combatió y fue expulsado del cielo al infierno. Es el ángel caído, que tiene una estatua en Madrid, pero es también Lucifer y  Satanás: el Diablo, para entendernos.
Así de caro cuesta la desmesura en la religión cristiana. Pero no menos que en la mitología griega; a Icaro le pasó otro tanto, "se vino arriba" y al final el sol derritió la cera que unía las plumas de sus alas. Seguro que los chinos los hindúes y hasta los aborígenes australianos tienen mitos parecidos para combatir la desmesurada ambición.

Por recordar las clases de microeconomía que recibí en mi carrera, existe algo parecido en esta disciplina que enuncia que el mercado ideal es el llamado de "competencia perfecta", de manera que si aumentan los beneficios marginales de un negocio inevitablemente surgirán competidores que te pondrán en tu sitio, es decir la única manera de ganar dinero es hacerlo con humildad hacia el público y sin pasarse en los márgenes.

Bueno, es que mirando lo que escribí en las pasadas elecciones generales, el 6 de mayo, me podría creer profeta, pero voy a tomar una cucharadita de este antídoto que acabo de enunciar para no ser soberbio: no creo que fuera el único que sugerí esto a Albert Rivera:
 http://guerracivilenlas5villasdeavila.blogspot.com/2019/05/gambito-de-reina.html



(1) San Miguel significa ¿quién como dios?

No hay comentarios:

Publicar un comentario