miércoles, 16 de octubre de 2019

El problema fue de educación.



Sabéis que soy hortelano, pero no os he dicho que este año no me lo he trabajado bien: no até cuando eran jóvenes las tomateras a las varas o tutores que sujetan las ramas y muchas se han quebrado, con lo que bastantes tomates han madurado pegados al suelo, como consecuencia de ello algunos se han podrido. Además, al estar todo enmarañado, no he podido tampoco quitar las malas hierbas que nacen siempre, y que este año se han apoderado totalmente del suelo. La huerta me ha dado tomates, pero esta zona está muy poco presentable; no los eduqué bien.
Sí, la primera acepción del diccionario de educar es dirigir, encaminar, doctrinar.
Yo no encaminé bien mis tomateras este año, pero he escarmentado y el próximo lo haré mejor. El problema es que cuando educas a una generación de personas solo te queda redirigirla, reencaminarla, redoctrinarla, eso es muy difícil, casi tanto como levantar mis plantas cargadas de tomates del suelo sin romperlas.

Eso tenemos en Cataluña con unas cuantas generaciones que han sido educadas en el menosprecio a España: “nosotros somos mejores, ¿no veis que todo el mundo se enamora de Barcelona?”.
Pues no: hay un objetivo informe europeo, el Informe Pisa, que valora los conocimientos por los alumnos de las diversas asignaturas, matemáticas, ciencia, comprensión lectora, etc. que en las diferentes comunidades de España quedó el año pasado así:
1ª Castilla y León
2º Madrid
3º Navarra
4ª Galicia
5º Aragón
6º Cataluña
(hay más regiones, que no me molesto en enumerar)


¿Por qué siendo una región rica y tradicionalmente lectora, -la mayoría de las editoriales españolas estaban y siguen estando allí- saca tan mediocres notas?
Yo, junto con otras personas, pienso que se está abonando desde los colegios, institutos y universidades un supremacismo nacionalista que además subraya que es muy importante construir la nación catalana. Imagino cuántos comentarios a pie de página o descaradamente se dedicarán por los profesores para “informar” o comentar a los alumnos sobre las noticias de esta cuestión. ¿Serán esas mismas horas que han perdido en competitividad de matemáticas o ciencias?
 
Creo que esta semana de la sentencia “alguien” en Cataluña ha decretado cinco días de rebelión contra la resolución del Tribunal Supremo. No creo que en toda Cataluña se dé una clase de instituto ni de universidad. Eso es infalible. Mientras tanto, los muchachos y muchachas educados en el supremacismo y el consiguiente odio a los inferiores españoles, se dedican a  atascar aeropuertos, quemar contenedores y hacerse selfis frente al fuego. 


he visto en los vídeos de los informativos de estos disturbios, como muchos se hacían selfis frente a las barricadas ardiendo. Otros jóvenes de hace 80 años también se los hacían después de las hazañas de saquear una iglesia o un convento y desenterrar a las personas que estaban en los altares. Esta primera foto seguramente sirvió al final de la guerra para identificar a los jóvenes que, tan felices, se la quisieron hacer. Cada número que se ve corresponde a una persona que se relacionará en el expediente. No les arriendo la ganancia.

(he buscado selfis de la actualidad pero no he tenido la paciencia de encontrarlos, por eso he puesto estos dos  de una página del facebook sobre la guerra civil) 






Quieren que en el extranjero sepan que “Cataluña rechaza la sentencia del Tribunal Supremo”.
Ellos no son Cataluña, Cataluña es mucha más gente, pero sí es cierto que la calle es suya para estropearla con violencia. Claro que en Europa no nos vamos a asustar; en el mismo París han pasado cosas todavía más graves con los chalecos amarillos y son gente parecida. 
Una de las paradojas es que los de aquí protestan contra una sentencia que no han leído, ni van a leer, siquiera resumida. Eso de leer está para los abogados de otras personas que tienen el gobierno de esa comunidad y que animan a manifestarse mientras mandan a su policía autonómica, los mozos de escuadra, a intentar garantizar la seguridad ciudadana para que no se les pueda acusar de incumplir sus obligaciones de orden público. (Todos nos quejamos alguna vez de nuestra empresa, pero hay que ver, estos pobres policías, ¡qué papelón les ha tocado!).

El futuro de Cataluña con estos jóvenes, se presenta complicado, aunque muchos madurarán y caerán en la cuenta de dónde están y qué es lo que realmente son, (así nos ha pasado a todos los que hemos madurado) 
Pero no todos lo harán: el victimismo es recalcitrante, y engendra también víctimas.
Es un deporte universal echar la culpa a los demás.

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