Burdeos, sitio donde han ido y van a la vendimia tantos salmantinos de los pueblos donde trabajo, donde hay una gran estatua de Goya, es como la puerta grande de entrada a Francia para los españoles. (Ayer vi un documental sobre Marylin Monroe y en una foto sale mirando un libro sobre Goya).
La jornada más larga de viaje en coche fue Ávila-Burdeos; 704 km. El record sucedió el domingo 1 de septiembre de 2019. Además mi mujer tenía miedo de que si no llegábamos antes de las cinco de la tarde no encontraríamos hotel, así que hice por llegar a esa ciudad en ese tiempo aunque la prudencia había aconsejado hacer noche en Mont de Marsan, pero mi recuerdo del amor por Burdeos me hizo madrugar y suprimir descansos para cumplir el mejor objetivo.
Tener una ciudad en la cabeza (me refiero al centro turístico, por supuesto) hace que uno vaya a subrayar más que a sorprenderse, y eso hicimos. Fue un placer diferente: viendo las fotos ahora para narrar el viaje me doy cuenta de lo hermosa que volvió a ser a mis ojos, pero diferenciada de la inquietud del descubrimiento de las otras ciudades que hemos inaugurado este año. Al ser conocida como que la descontaba de este viaje. Pero a vosotros no.
la Flecha de San Miguel, y un bicicleterío, que no falte
En Burdeos descubrimos la costumbre francesa, muy extendida, de cultivar o dejar crecer plantas corrientes en la acera, esto suele pasar más en las ciudades antiguas que permiten esos resquicios en el pavimento.
Francia es un país elegantemente exhibicionista, todo el mundo posa muy bien
hasta por la ventana se hacen los interesantes
Una puerta superfrancesa enmarca una columna retorcida, como tintada de vino.
Al pie de la columna tintada hay una tortuga. No da tiempo a averiguar el porqué de las cosas: la columna torsionada, se me ocurre que represente el exprimir de la uva para hacer vino. Por cierto hoy los bordeleses no deben estar muy contentos con Donald Trump si cumple lo de poner aranceles del 25% al vino europeo.
catedral con su torre coronada por la virgen
más catedral
en su portada el detalle de un obispo con ojos inquietantes
Hace dos años en Toulouse vimos a muchos franceses bailar muy bien para lucirse en un lugar muy céntrico de la ciudad, también cercano al río Garona. Parecía una academia de baile de Swing, este año en Burdeos copiaron esta agradable idea, pero aquí bailaban ritmos latinos. En Vannes también volvimos a ver este estupendo invento de bailar para el público paseante.
cierro este reportaje con una vista de la flecha de San Miguel, por la noche.
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