Si "Robin Hood" (Robin Capucha) robaba a los ricos para dárselo a los pobres, ahora estamos en el lado opuesto de los valores; rige "Robin Top Hat", o Robin Chistera.
Este espíritu hace que hoy un padre de familia que gana 1.000 euros al mes rompa la hucha para comprar para su hijo por 75 euros la camiseta original de Messi, persona física, que no ganará menos de 100.000.000 de euros, alguna parte de los cuáles se los dan generosamente los compradores de esa tela "porque le aman" y él y los suyos se enriquecen todavía más con este devoto y generoso amor.
A mi lado hay montones de gente que presume de comprar sus cosas por Amazón (o por Ámazon, como dicen los más finos). A cambio de esta preferencia han creado un turbomagnate que ha adelantado a todos los clásicos de más largo recorrido (Bill Gates, Amancio Ortega). Hoy el hombre más rico es Jeff Brezzos, y la mujer más rica es su esposa de la que se acaba de divorciar. Curiosamente casi toda la gente que le hace publicidad a esa empresa también se lamenta de que desaparezcan las librerías, entre otros negocios clásicos que adornaban las ciudades, pero siguen haciéndoles el juego, mostrando lo barato que les ha salido tal o cual cosa, mientras casi todo el dinero que podría quedar cerca y repartido, se acumula groseramente lejos en montañas dignas de Tío Gilito.
Esto es la globalización: hinchar un globo de riqueza mundialmente. Parece que puede ser conveniente para una mayoría (compramos más barato) pero a la larga es un desastre, porque ellos arrasan con todo, y muchos de los que le compran todavía no saben que están serrando por el interior la rama encima de la que están sentados.
No: el mundo no puede ser todo entero de estos líderes visionarios que acaparan eliminando intermediarios y construyendo monopolios. Los demás deberán vivir, y no de limosnas que nos den, sino de un trabajo honrado y un beneficio justo.
Dicen que todos los taxistas madrileños oyen a Federico Jiménez Losantos, (yo no le oigo así que no sé qué es lo que opina de esto) pero ahora son extrañamente de Izquierdas.
Las empresas Uber y Cabifay han entrado en el terreno del taxi, que estaba monopolizado por autónomos, bajando los precios y haciéndose con el mercado. En España les defienden las derechas. La izquierda ha optado por los taxistas. El público consumidor se alegra de la penetración de la nueva economía porque muchos han tenido malas experiencias con taxistas, y sobre todo, porque estos que llegan son más baratos.
Esta situación que, en principio, parece buena, acabará con esos pequeños empresarios, porque no todo el mundo puede adaptarse, -los cambios de lo regido por la informática son vertiginosos- y desembocará en que los que llevan estas empresas se hagan, si no lo son ya, más megamillonarios, así como los listos españoles, por ejemplo un inversor se ha comprado ya 1.500 licencias de coches de alquiler con conductor, con el sano interés de convertirse en un oligopolista de este tipo de coches de servicio público que luego subarrendará o se convertirá en empresario de grandes beneficios.
Los animales grandes siempre se han comido a los chicos, pero en estos momentos el globo hinchado de la globalización ha creado unos cuantos monstruos como Godzila que, además son alabados y puestos como ejemplo, de trabajo, ingenio, tenacidad.
Hitler y los suyos también lo eran y su objetivo era el mismo: hacerse con el mundo. Hitler empleaba armas de guerra, estos de ahora utilizan burladeros fiscales y personas que no saben que son soldados voluntarios pregonando ese beneficio a corto plazo que supone tener cosas más baratas, mientras sucumbe todo un tejido de personas y empresas que vivía dignamente hasta la aparición de estos fenómenos.
Yo tengo 54 años y sé me refugiaré en mi huerto; el pasado fin de semana hice injertos a los ciruelos más jóvenes.(pero no os voy a poner foto)
Aunque, como sociedad, no podemos resignarnos al refrán "el que venga detrás, que arree" porque seguramente todavía existe solución. Pero también se debe empezar ahora mismo a tomar medidas: ya que el mercado actual crea en virtud de la informática empresas transnacionales esquilmadoras de las economías locales, tienen que ser los estados los que protejan a sus gentes trabajadoras, y limiten con leyes, ahora que se puede hacer frente a Robin Top Hat y a sus palmeros (pronto cuando ellos tenga todo el agua y nosotros un desierto, nadie podrá). Este es otro cambio climático, de la capucha a la chistera.
Vaya chiste más malo que nos espera.
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