Ayer empezó la primera ola oficial de calor, la calorina de finales de junio parece que no llegó a serlo; a pesar de eso mi mujer y yo salimos a dar nuestra vuelta de después de comer, gracias a que en el recorrido que hacemos tenemos mucha sombra a nuestro favor. Notamos mucho el amparo de los árboles y de los edificios, y apretábamos el paso en los tramos de sol, porque la ola de calor es cierta. Al volver a casa tomé media sandía que teníamos en el frigorífico, para refrescarme. En la familia de mis padres somos muy sandieros. Raja a raja, devoré en veinte minutos mas de un kilo de sandía sin ningún hastío, semitumbado en el sillón extensible de mi comedor, -con las persianas bajadas, a pesar de que no les diera el sol directo, para evitar la sensación de bochorno-, mirando la tele con el mando a distancia. Me paré en el canal 24 Horas de Televisión Española, para escuchar noticias. Allí tenían un plano fijo de un avión, el avión del rey, que iba a realizar su salida para su primer viaje oficial a Inglaterra. Yo estuve escuchando otras noticias y leyendo el teletexto que ponían debajo. A veces reducían la imagen fija del avión en la pista para ilustrar otras informaciones. Nos tenían esperando para narrar cómo despegaba el avión real hacia ese viaje ¿histórico?
Durante todo este tiempo al pié del aparato, que tenía los motores encendidos, estaba en formación un grupo de entre treinta o cincuenta militares, que (supongo) habrían rendido honores a la salida de nuestro Jefe de Estado que loa habría pasado revista, para un viaje tan importante. Yo disfrutaba de la refrescante sandía, mientras aquellos hombres sufrían al sol directo y también el rebotado en el pálido suelo de hormigón de la pista, masticándose el ruido y los gases de keroseno del avión, con un fusil ametrallador en el hombro, mientras les corría el sudor por todo el cuerpo. Seguramente cagándose en la madre que parió al rey, al piloto que no arrancaba, o a los de la torre de control que no lo mandaban arrancar.
Pensé en la defensa, en la patria, en el honor militar de saltar de una trinchera para tomar una colina sabiendo que muchos compañeros o uno mismo, van a morir en el intento y todas esas cosas de "Senderos de Gloria" de Stanley Kubrick.
Yo de joven era contrario a los ejércitos, pero ya no lo soy comprendiendo que a los estados fallidos que no tienen un ejército que domine la situación en un momento crítico les sale la vida mucho más cara (y pienso en Iraq, Siria, Libia, Afganistán...)
Pero esta gilipollez protocolaria, ¿qué cuento tiene?, ¿mostrar la virilidad y el aguante de unos jóvenes españoles que permanecen desafiando al sol a las cuatro y media de la tarde el tiempo que sea necesario para que no se sienta sola o desamparada la salida de un avión? ¿Tratamos de hacernos creer que un soldado español es mas cojonudo que la mayor fuente de energía de nuestro sistema solar?
Cuando acabé la sandía aún seguía el avión en la pista tan inmóvil como los pobres soldados. Apagué la tele.
Felipe VI: a veces pareces moderno y razonable, pero vives en un estúpido mundo de demasiadas sinrazones.
Sufrimientos estúpidos como este no pueden seguir pasando en el siglo XXI
No hay comentarios:
Publicar un comentario