Hubo en el centro de Italia un tremendo terremoto que habrá matado a 300 personas y dejado sin casa y equipamientos públicos a millares. Pero murió una española, una joven. Los padres quieren traer el cadáver, (hoy cuando ya se incinera más que se entierra) y que les salga gratis. El gobierno español, con muy buen criterio, dice que para eso no hay dinero, y enseguida surge una plataforma de firmas para que lo haya. Es la notoriedad del caso lo que abona que un montón de gente se apunte a que esto es una "gran necesidad"; inmediatamente hay otra plataforma para recaudar dinero para dejar en evidencia la "tacañería" del gobierno. Ahí está la bobada. ¿No se emplearía mejor el dinero de estas cuestaciones en subvencionar investigaciones sobre enfermedades raras, antes que para subvencionar traslados a costosísimas clínicas de Estados Unidos? Mucha gente es boba y manipulable, sobre todo si hay un foco de televisión delante.
Pero vuelvo a Italia. En el mismo telediario sacaron a una mujer italiana dando voces, porque le quedaba un familiar entre los peligrosos escombros de su derruida casa. La televisión resolvió el problema segundos después: un bombero entró y al poco le entregó a su gato... al que abrazó y besó emocionada. Un bombero de noventa kilos, que tiene muchas personas enterradas que rescatar, puede que todavía alguna con vida, arriesga que la casa se termine cayendo en algún momento apoyando sus 90 kilos en los inestables restos de aquellas ruinas, todo para "salvar" a un gato, animalejo que con su agilidad y sin peligro al posar solo su ágil medio kilo, podía salir perfectamente, o si no, dar definitivamente por perdida la mascota.
Pero vivimos en un mundo mascotizado: estoy convencido de que si alguien retuitea el video del salvamento gatuno recibirá miles de "me gusta".
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