Pero cuanto más veo por mí mismo más objetivo soy y menos lo siento, pero todavía me queda. La primera vez que salí de España. una semana en Lisboa, nos alojamos en el parque do campismo de Monsanto. En los servicios públicos, aparte de la guarrería habitual, vi pintadas en muchos idiomas, pero solo reconocí una española, que decía gora ETA.
Me gustó comprobar "el mal de muchos" Incluso esa pintada al serme ajena no me concernió. Las siguientes veces tuve ocasión de verificar la vergüenza nacional de otros países: en Roma, una familia de alemanes con niño pequeño, trató de soslayar la cola para entrar al Vaticano, iban a colarse delante de una familia francesa que estaba delante de nosotros, el francés les hizo frente y yo le apoyé enérgicamente. Nuestra hermandad pirenaica triunfó. Sacamos pecho. Fíjate tú los alemanes, con todos sus Bach, Beethoven, Brahms, con su Partido Verde, venir a colarse ante dos latinos morenos. El año pasado en París, ciudad envidiable y acomplejadora, de bella y bien cuidada; con toda esa "clase" que se respira en cada acera, sufríamos la cola para subir a las torres de Nôtre Dame. Cuando dos familias españolas, la mía y una de un marmolista almeriense, entablamos una animada conversación (sí, hablamos más alto que el resto de integrantes de la inmensa cola) y de pronto se paró una familia francesa, cerca de nosotros como si fuera parte de nuestra conversación. Haciéndose el tonto se arrimaban. Justo detrás hacían cola unos tímidos y sigilosos japoneses, (los japoneses que he conocido parecen la gente más vulnerable del mundo, deben estar aún bajo la resaca de la segunda guerra mundial donde fueron tan brutos, tan despiadados y sanguinarios que hubieran debido cambiar el nombre del Océano Pacífico). Entonces la señora almeriense me señaló la jugada de los franceses. No nos afectaba. Se habían colado detrás de nosotros y delante de los mudos japoneses. Pero salió el Quijote que llevo dentro y con furia y sin don de lenguas les acorralé. Se me entendía, pero mi hija apuntaló mi acción, comunicándose en inglés con los nipones, y ya todos juntos les dimos una patada moral hasta el inicio de la cola. Yo, excitado y exhibicionista grité ¡¡Induráin!!
Esta semana ha sido noticia el desprecio y las humillaciones que unos "hinchas" holandeses, (mira tú Reembrand Van Gogh y Vermeer, la Phillips y los tulipanes en bicicleta), vejaron y humillaron a un grupo de mendigas que se acercaron a ellos en la Plaza Mayor de Madrid. Al día siguiente, porque la imitación cundió en otros seguidores de fútbol, un grupo de "hinchas" del Spartak de Praga rodearon a una mendiga en Roma que pedía de rodillas limosna en el Pont Santangelo para que uno de ellos orinara sobre ella, (mira tú Kafka, Dvorak y Kundera, la hermosa ciudad de Praga con su jazz...)
creo que la mujer estaba en una posición como esta
Aunque es posible, -no lo descarto, mi antiguo complejo me lo impone-, que los españoles hayan extendido este virus con la exportación de Jóvenes Erasmus que hicimos la pasada década. En varios programas de "Españoles por el mundo" salían las peripecias de nuestros jóvenes compatriotas a quienes en toda Europa recuerdan ejecutando este "lírico" brindis, que de vez en cuando nos mostraban:
arriba,
abajo,
al centro,
y p'adentro
Hoy, nada más obvio para definir a la "civilizada" Europa que el trato dado a los refugiados: somos inhumanos.
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