Sebastiao Salgado “Génesis”
Creíamos que todo ya estaba en Google y no es
cierto. Tiene que llegar un visionario que atraviese los confines de la
globalización y nos enseñe un mundo recién nacido ignorante e ignorado, de una
belleza “increíble” con la que (aún)
compartimos planeta; para eso se inventaron las fotos: para mostrar lo
importante, para contar algo, para conservar. Y es Salgado un fotógrafo que
hace 30 años sorprendía con la profunda humanidad de sus retratos en blanco y
negro de trabajadores o de éxodos. Ese tocador de llagas logró impresionarnos,
y se nos quedó el nombre del artista, Como el de Paco de Lucía que recordamos
como referencia, como clásico. Pero nos olvidamos de su hondura: nacen tantos
artistas, tantas liebres que seguir saltan ante nuestros ojos. Cuando volvemos
a ver a Salgado como cuando volvíamos a escuchar a Paco de Lucía, nos damos
cuenta por qué conservábamos el nombre. Estos años del XXI, el fotógrafo anacrónico ha estado todo este
tiempo en la quietud, olvidado del mundo del guasasp y del facebook, esperando
luces, para fosilizarlas con la paciencia de un artesano del acecho y un
artista de la captura, que todavía quema con luz un negativo, profundo,
expresionista; no sé explicar por qué el blanco y negro cuenta sensaciones más
penetrantes que el color, es como si los colores vistieran la esencia y el
blanco y negro la desnudara más allá.
El mundo que nos muestra Salgado es la
quintaesencia destilada de muchos viajes a selvas y desiertos, al extremo norte
y al extremo sur. Y todo un gran viaje, una extraordinaria aventura, la
condensa en tres o cuatro fotos. Es un artista de la elección, igual que el cincel
de Miguel Ángel o el pincel de Velázquez, eligen un golpe, una dirección, un
pulso, Salgado elige al final una foto, y al final del todo la portada del
libro Génesis. Y acierta siempre.
Me lo compré. Acostumbrado a pagar un euro
por libro, aquí dejé un billete de 50, pero ninguna inversión mejor ese día.
Quería llevarme la exposición, repasar los detalles, compartirla…, al comprarlo
pensé en el selecto grupo de amigos a quien puedo prestar esta obra
impresionante (lo siento pero este adjetivo es el acertado aquí). En papel,
varios kilos de libro, para detenerse sin megapixels de por medio, sin oír el
motor del ventilador del ordenador.
Es un libro optimista, (no sé si será
marketing) Salgado destina parte de sus beneficios a reforestar y cuenta que en
un rancho de 700
kilómetros cuadrados lo está consiguiendo. El sábado
pasado, en la exposición del edificio “Caixaforum” de Madrid, Salgado reforestó mi mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario