Llegó a mis manos un libro que se imprimió en
1891.
Es el objeto manofacturado más viejo que
tengo en mi casa. Su autor se llama André Theuriet y su título en español es
¡Mala Sombra!. He mirado en Internet y
el autor escribió varias obras, (ninguna cuya traducción literal sea
ésta: el editor español pondría el título que entendiera que se iba a vender
bien) y llegó a ser académico. No parece que ahora esté muy reconocido, digo
esto porque no sale en mis enciclopedias de papel y por su escasa extensión en la
wikipedia, que parece copiada rutinariamente y sin aditamentos de una gran
enciclopedia francesa, de la Británica, o de nuestra Espasa.
El libro me lo dio hace cinco o seis años
Ovidio Pérez en un expurgo de su biblioteca. Yo había acabado con Azaña antes
de comer y en la siesta pensé que a finales del XIX se publicaban pocos libros;
por lo tanto, si alguien tradujo e imprimió éste sería por algo. Y en esa tarde
de domingo, lo saqué del anaquel, me tiré al sofá y lo leí de tres tirones.
Trescientas cuarenta páginas de fácil trago me ratifican que la novela
decimonónica es el modelo de entretenimiento literario. Me encabalgué sin
dificultad en su lectura, que nunca decayó. Además, el desenlace se me hizo
vertiginoso, (aunque el autor lo resuelve con su debido ritmo), y lo devoré con
ritmo cardiaco espoleado por la historia. Felicitaría a André Theuriet, aunque
cría malvas desde 1907.
Uno casi echa de menos unos párrafos trabados
Onetti que ahonden y hagan reflexionar, y rerreflexionar, y preguntarte dos páginas
más adelante, ¿me habré enterado bien de todo lo que contenía eso que tanto
debió gustarme? Uno echa de menos frases que anotar, imágenes audaces,
fragmentos que copiaros en este blog. Esta novela fue como una carrera de seis
kilómetros o una hora de natación: una actividad en la que trabajo y disfruto a la vez y me tiene sumergida la atención; y además sé
que me hace bien.
Al día siguiente, -hoy- conservo un sabor de
boca y recuerdo la historia que me parece ejemplar y me siento potente y
saciado, con licencia para intentar abordar Umbrales o Umbertos Ecos o Carlos
Fuentes.
Yo tengo un libro de André Theuriet "La niña menor" una edición de 1909 (de la que tampoco encontré referencia alguna en Internet, entre las obras del autor). Te cuento que es una novelita DELICIOSA!!! Parece ser injusto tan poco reconocimiento para este escritor, estoy de acuerdo contigo. Saludos!
ResponderEliminarnorma.natale.3@facebook.com
El siglo XIX, donde se empezó a generalizar la lectura como entretenido acompañante al auge de la burguesía, originó autores como André Theuriet, que tenían poderes hipnóticos sobre la voluntad del lector. Salvando las distancias, uno se ve devorado por estos textos como en la magistral "Crónica de una muerte anunciada" de GG Márquez.
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