miércoles, 14 de noviembre de 2012

¡Mala sombra! de André Theuriet.


Llegó a mis manos un libro que se imprimió en 1891.

Es el objeto manofacturado más viejo que tengo en mi casa. Su autor se llama André Theuriet y su título en español es ¡Mala Sombra!. He mirado en Internet y  el autor escribió varias obras, (ninguna cuya traducción literal sea ésta: el editor español pondría el título que entendiera que se iba a vender bien) y llegó a ser académico. No parece que ahora esté muy reconocido, digo esto porque no sale en mis enciclopedias de papel y por su escasa extensión en la wikipedia, que parece copiada rutinariamente y sin aditamentos de una gran enciclopedia francesa, de la Británica, o de nuestra Espasa.

 

El libro me lo dio hace cinco o seis años Ovidio Pérez en un expurgo de su biblioteca. Yo había acabado con Azaña antes de comer y en la siesta pensé que a finales del XIX se publicaban pocos libros; por lo tanto, si alguien tradujo e imprimió éste sería por algo. Y en esa tarde de domingo, lo saqué del anaquel, me tiré al sofá y lo leí de tres tirones. Trescientas cuarenta páginas de fácil trago me ratifican que la novela decimonónica es el modelo de entretenimiento literario. Me encabalgué sin dificultad en su lectura, que nunca decayó. Además, el desenlace se me hizo vertiginoso, (aunque el autor lo resuelve con su debido ritmo), y lo devoré con ritmo cardiaco espoleado por la historia. Felicitaría a André Theuriet, aunque cría malvas desde 1907.

Uno casi echa de menos unos párrafos trabados Onetti que ahonden y hagan reflexionar, y rerreflexionar, y preguntarte dos páginas más adelante, ¿me habré enterado bien de todo lo que contenía eso que tanto debió gustarme? Uno echa de menos frases que anotar, imágenes audaces, fragmentos que copiaros en este blog. Esta novela fue como una carrera de seis kilómetros o una hora de natación: una actividad en la que  trabajo y disfruto a la vez y  me tiene sumergida la atención; y además sé que me hace bien.

Al día siguiente, -hoy- conservo un sabor de boca y recuerdo la historia que me parece ejemplar y me siento potente y saciado, con licencia para intentar abordar Umbrales o Umbertos Ecos o Carlos Fuentes.

 

2 comentarios:

  1. Yo tengo un libro de André Theuriet "La niña menor" una edición de 1909 (de la que tampoco encontré referencia alguna en Internet, entre las obras del autor). Te cuento que es una novelita DELICIOSA!!! Parece ser injusto tan poco reconocimiento para este escritor, estoy de acuerdo contigo. Saludos!

    norma.natale.3@facebook.com

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  2. El siglo XIX, donde se empezó a generalizar la lectura como entretenido acompañante al auge de la burguesía, originó autores como André Theuriet, que tenían poderes hipnóticos sobre la voluntad del lector. Salvando las distancias, uno se ve devorado por estos textos como en la magistral "Crónica de una muerte anunciada" de GG Márquez.

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