miércoles, 8 de enero de 2025

Cahors dio para mucho.

 El mercado.  Francia, sabéis bien aquí, tiene unos sofisticados mercadillos callejeros donde venden excelencia. Pero los mercados interiores clásicos son todavía mejor exponente de la elegancia de este país. Uno no sabe qué llevarse y al final no se lleva más que fotos, y hasta las hace con un poco de vergüenza y prisa, no vaya a ser que le digan en francés ¿no les da pena tanto remirar y no comprar nada?









Mi madre fue durante veintitantos años vendedora de pollos huevos y piezas de caza en la plaza de abastos de Ávila, conozco de cerca la falta de glamour y las cámaras frigoríficas, los preparativos y también los restos limpiando con una goma las pescaderías que había enfrente. Nada tenía esa luminosidad y limpieza de este montaje teatral francés del que salimos tan admirados. En 2008 visitamos la Boquería y otros mercados de Barcelona y no nos parecieron para tanto (aunque hace demasiado tiempo para comparar). En 2018 visitamos el mercado central de Valencia y sí es rutilante también en su abundancia y hermosura, no en lujo. Recordaré de 2009 el mercado de pescado de Jerez de la Frontera, casi vivo a un paso del mar, y los puestos de vendedoras del de Pontevedra de 2013, que cerraban a media mañana porque se les acababa el pescado fresco, traído la noche anterior.

De cualquier manera nada como lo que vemos en Francia cuando nos encontramos une "Halle"

Casas muy antiguas
y el Río Lot que rodea la ciudad.

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