Las obras maestras no se tocan ni se deben retocar, es mi opinión. Joaquín Sabina dice en una canción "donde has sido feliz no debieras tratar de volver".
El musical West Side Story es una de mis diez películas favoritas, y eso a pesar de que me da miedo: me produce mucha tristeza pasar de la ilusión del amor de Tony y de María, al trágico final. La violación de Anita es algo que me estomaga sobremanera. Cuando estoy viendo la película sé que voy a sufrir y algunas veces la dejo por no hacerlo. Pero es una obra de arte inigualable, aunque sea tan falsa como van a tratar de poner de manifiesto en esta versión "auténtica" que se va a estrenar.
He leído que no tiene sentido que María sea Natalie Wood, que su hermano Bernardo es un griego pintado de betún y no sé cuántas incongruencias más. (Por cierto no sé qué escándalo reciente ha sucedido con la versión de Laurence Olivier o que ya no pueden interpretar a Otelo actores que no sean negros...)
Me gusta el arte y me importa un bledo la autenticidad, toco a Bach con la guitarra, instrumento para el que nunca compuso, y las versiones que más me gustan son las del pianista Glenn Gould, que nunca quiso tocarlas en clavecín. Mi versión favorita del libro "Lolita" es la de Stanley Kubrick aunque no sea tan fiel al libro como la que se hizo años atrás protagonizada por Jeremy Irons, aunque reconozca, porque he leído el libro, que se parece más al original.
Volviendo al asunto, es un enorme atrevimiento tratar de superar al mejor musical de todos los tiempos, con un reparto tan maravilloso y una ejecución de números tan artísticamente planificada. Pero me gusta tanto la música de Leonard Bernstein que algún día sé que lo veré, aunque seguramente no ahora.
Quiero abundar en que me interesa sobremanera la autenticidad en la historia lo mismo que me molesta la obsesión por la autenticidad en el arte, el arte es libertad, imaginación, hay cincuenta mil películas de las mejores que no tienen pies ni cabeza, empezando por "Con la muerte en los talones" de Hickcook, El tercer Hombre, La guerra de las Galaxias... me aburriría poniendo títulos. Pero son maravillosas obras cinematográficas aunque no resistan un análisis racional del guión.
Resulta que la cruz, (llevo el nombre en mi nombre), no era una cruz, sino una "T" y hemos adoptado el símbolo porque en algún lugar hay que poner el INRI de Pilatos. Pero los romanos con lo prácticos que eran ¿para qué iban a construir algo encima del travesaño donde enganchan las muñecas?. Porque es por las muñecas y no en la palma de las manos donde se puede crucificar a alguien y que quede sujeto, porque en la palma el peso del cuerpo haría que se abriera por los dedos y se cayera el cuerpo (esto lo dicen en los documentales de la Sábana Santa de Turín, que tiene el clavo en el sitio donde es útil). Y la mayoría de los crucificados lo tienen en la palma.
Dentro de lo que cabe está bien que esté detrás de esta nueva versión Spilberg, que tiene muchos clásicos que defender: el último que recuerdo es "El Puente de los Espías" con Tom Hanks.
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