La final de Wimbledon. Según dicen (y los números cantan) ha sido un partido épico. No lo he visto, pero yo importo poco. Pienso en Rafa Nadal que cayó en semifinales con Federer, y también debería pensar en otro español, Roberto Bautista que fue derrotado en la misma ronda por Djokovic, pero no nos engañemos, pienso en Nadal, que al otro no le conozco.
¿Habrá visto el partido, sabiendo que se perdió esta fiesta por muy poco?
Si yo cada vez que entra un extremo derecha por la banda tiendo a centrar, (y hace más de treinta años que jugué por última vez al fútbol) cómo verá él un partido que no jugó solo desde anteayer. Puede que se le escapen dejadas y reveses y voleas.
También quiero pensar que está harto de ver partidos, desde dentro y desde fuera. Aunque será tan distinto verlos desde fuera, con tantos puntos de vista de la realización, los gestos, los cambios de cámara, los primeros planos, los pequeños trucos, esos que se sabe tan bien porque los ha sufrido, y todo dos días después que acaba de perder, con el recuerdo de por qué no terminó de hacer bien las cosas, de por qué no supo ver los puntos débiles del contrincante, y que esta tarde habría podido ver con estos adelantos técnicos, de la óptica y de la informática.
No sé si este visionado ayuda para el futuro o encabrona, no sé si él disfruta viendo el tenis, sin palpar sus tripas, sus mecanismos, sus intereses..., porque no puede ser lo mismo hacer el amor con tu pareja con ese punto de vista de primeros planos tan especial, con tu trabajo de movimientos, etc. que ver por televisión como otro se lo hace.
A lo mejor tampoco soporta estos cuernos de la final y ha preferido echarse una siesta, o mejor un polvo con su novia, mientras tanto. Pienso que esto último es lo más recomendable para su descanso. Además, ya que Pau Gasol no se anima, creo que España necesitaría para el futuro varios Nadalitos.
A VECES EMPIEZA UNO UN ARTÍCULO Y NO SABE COMO LO ACABARÁ.
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