No oigo noticias
del pifostio catalán. Huyo de ello, cambio de canal, ya huía desde antes del referéndum,
porque lo venían calentando. Pensaba y sigo pensando que las cosas no van a
cambiar nada así que ¿para qué sufrir o molestarme, si ya conozco el final?
En mi trabajo de
practicar notificaciones y requerimientos este comienzo de año, noto (será una
casualidad de acumulación) a alguna gente más faltona hacia mi autoridad, más
refractaria a mi trabajo, como que me hubieran minado en este corto tiempo.
No debo obsesionarme; puede hasta que sea una
falsa impresión, algo que no responda a la verdad y que yo quiera tener para
lanzar ahora esta tesis.
Pienso que el
choque que se produjo el 1 de octubre entre la ley y la insumisión, alentada
desde la institución llamada “Generalitat de Catalunya”, tiene más consecuencia que en la
alta política. Todo se agrava con el burladero que supone que Puigdemot haya
elegido Bélgica que no reconoce los delitos de sedición, y por este fraude de
ley, no merece la pena que se siga burlando de la impotencia del estado.
Supongo que hoy
en Cataluña será más duro imponer la autoridad a la gente de mi gremio, menos
gente te abrirá la puerta, otros más lisa y llanamente que antes te dirán que
no les “da la gana de firmar”. Los malos ejemplos cunden entre la gente con
asombrosa facilidad.
Estas actitudes
rebeldes van contra algo ten importante como la convivencia, porque siempre va
a ser necesario un respeto a la autoridad de la ley.
En algún momento
sacaron por la tele (no sé si interesadamente, pudiera ser hasta un montaje)
actos de solidaridad y abrazos de guardias civiles con “Mossos d'esquadra”. Pero tiene su
lógica.
Fuera de
politizaciones: los policías de a pie de todo el mundo tienen los mismos
enemigos: son los “malos” y tienen que usar la misma autoridad de las leyes, y de
su oficio. Los políticos pasan, pero uno siempre (aunque hubiera independencia)
va a necesitar que respeten su autoridad; su merma para quien tiene este
oficio, le deja con el culo al aire y eso no lo quiere nadie.
Recuperarla
cuesta mucho, incluso parece que me hasta va a costar a mí, por lejos que parezca que
estoy del pifostio.
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