martes, 16 de mayo de 2017

Europa frente al Brexit.


Aclararé que no veo ni tampoco vi el pasado sábado el festival de Eurovisión, pero me gustó mucho lo que sucedió. Desde hace treinta o cuarenta años, que triunfó el modelo Abba, -un fantasma recorrió Europa- fue invadiendo el idioma inglés todas las canciones festivaleras, cuya música también era “internacional” sin que hubiera diferencia Israel de Holanda o Turquía de Finlandia. Había excepciones, pero cada vez menos y siempre sin éxito.
El pasado sábado Portugal se atrevió a cantar en portugués una música que podría andar  entre un fado y una bossa nova. Triunfó, por calidad, pero más bien por la afirmación que suponía.
Los europeos no vamos a consentir que los ingleses sigan extendiendo su férula cultural, a la vez que nos aborrecen. Desde luego que todo esto no es práctico, -con tanto el trabajo que está hecho a favor de lo anglo-, y tampoco será inmediato, pero el camino más largo también se empieza dando un paso. Hace unos meses algún intelectual italiano ya propuso que el idioma de la Unión Europea fuera el latín. A mí me convendría mucho más; me cuesta menos entenderlo que el idioma de aquella isla aislada.
Todo esto parece un brindis al sol, pero recordemos que el latín ha sido el idioma de la iglesia católica hasta 1968 y que todavía en lo lapidario, todavía hoy se sigue escribiendo y aumentando la distancia entre la lengua de Cicerón y de San Jerónimo y todas las demás.
Dicen que en el siglo XVI el lenguaje dominante fue el español. Después fue sustituido por el francés que durante tres siglos ha sido la lengua franca de Europa; por ejemplo en la corte de los zares rusos se hablaba francés en vez de ruso.
Hace no muchos años el idioma ruso se imponía con el respaldo de los tanques en media Europa, y, aunque tampoco sea práctico, se está olvidando; actualmente un húngaro y un polaco seguramente se entienden en inglés, porque quieren olvidar el antipático idioma de la opresión.  Precisamente es una prueba de que todo puede cambiar.
Los ingleses se quisieron ir y lo hicieron por cabezonería y por antipatía.  A lo mejor ¿quién sabe? empezamos a irnos nosotros de ellos.


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