Mi viaje andando a Candelario no es en todas las visiones tan hermoso como esta ventana vegetal que muestra, a un kilómetro, este bello prado con un árbol en el centro.
Toda esta introducción es para mostraros este hermoso soneto de Lupercio Leonardo de Argensola, un oscense del siglo de oro.
Yo os quiero confesar,don Juan, primer
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,...
que el haberle costado su dinero.
Pero tras esto confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Más ¿qué mucho perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos
ni es cielo ni es azul.¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Más ¿qué mucho perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos
ni es cielo ni es azul.¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
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