martes, 15 de diciembre de 2015

La extracción

La extracción
Me sorprendió que me dieran cita para la primera hora. Estoy ya acostumbrado a la sanidad pública que, por los recortes, últimamente es bastante morosa. Eso fue un pequeño triunfo: iba a arreglarlo mediando solo una noche. Recuperaba así cuarenta euros; además, mi vida no se enfangaba en un parón de indecisión por frustración.
Pasé mala tarde y dormí peor. Recordaba el chasquido y los coágulos, y escupir sin tregua durante medio día y la lengua inspeccionando el hueco, tímida, pero recurrentemente.
Llamé a mi compañero para que no me esperara a primera hora en el trabajo. Por el camino tuve suerte, me encontré con una conocida muy simpática que me dijo que no me preocupara, que ahora lo hacen de una manera que no duele, que ella se había sacado una muela hace un par de meses. No la creí, pero me animó.
Llegué a la cola; aún no estaba abierta la consulta. Había un hombre viejo, de mal aspecto, un poco maltratado por la vida. Hablamos. Al poco llegó otro señor, más formal e inteligente. Yo, en cualquier caso siempre hablo mucho... de que debíamos habernos lavado los dientes ,llevar a todas partes el cepillo, como hacen los americanos de las películas y cosas así. El hombre perjudicado exclamó: “yo en cincuenta años que tengo de vida sólo me he lavado los dientes dos veces”. ¡Cielos! uno se consuela por cualquier bobada, ese viejo que estaba frente a mí, tiene un año menos que yo y yo no he sido constante, pero he tenido algo de cuidado, no he sido absolutamente negligente.
Con poca gasolina funcionan mis remontes de autoestima en los momentos cruciales.

Llegó -impuntualmente- el dentista. Un hombre implacable. Así me pareció al entrar. Yo pasé el segundo. Traté de ponerle en antecedentes hablando pero él me pidió que me sentara, y que abriera la boca. Eso no es "cállate" pero se parece mucho. Miró la muela y llegó a golpearla suavemente. Parecía no creerse que el dictamen fuera extracción. Me metió la duda. Ponía caras. Volvió a golpear. Por un momento pensé <<esté quiere captarme para su clínica>> y me va a recomendar que la salve y me dará su tarjeta. Pero no me fiaría, la dentista de pago lo había intentado dos veces y me pareció sinceramente honrada, me había dicho: “yo me dedico a hacer endodoncias y esta no la recomiendo, no la haría; me parece tirar el dinero”
No le repetí esta frase al dentista pero sí que le dije que había tenido dos sesiones en la clínica y la dentista había renunciado a la endodoncia y me había recomendado la extracción.  Entonces el dentista extractor le dictó a su enfermera: la sacamos por recomendación de su dentista privado, con muy poca convicción.
Comenzaron las maniobras. Al contrario que había predicho mi amiga, no estuvieron exentas de dolor, y fueron complicadas, implicaron mucha variedad de instrumentos, incluido el torno (nunca había visto yo esto en una extracción) que, por cierto, me pareció mucho más estridente que el de la clínica privada. En un momento que me extrajo lo que yo creí un fragmento, le comentó a la enfermera: “una pata”. Durante todos sus manejos, estaba yo a la altura de los intestinos del doctor y sentí dos veces sus convulsiones: Pensé " café con leche con croissant", no es agradable esto, pero es lo de menos.  Mientras, soportaba muchos más ruidos, chasquidos, era yo: mi muela, que me pareció extraída sólo en parte. No sentí en dolor fuerte y rotundo -un gran arrancón- de otras veces. Pero, viendo lo agarrada que estaba la pieza dental a mí y las dudas que me había generado el médico en su primer análisis, pensé que había acertado intentando salvarla. Todo terminó casi sin sangre, con un apósito que me dijeron que mordiera, al menos diez minutos. He estado con ello una hora, y ahora me arrepiento de haberlo tirado, parece que apretando fuerte sujeta uno mucho mejor el dolor.
 
Me regaló el comentario de que la muela estaba fatal, con lo cual me tranquilizó. Le pregunté que si había  sacado toda y me respondió que sí, y se retiró. Yo me incorporé, y salí. Uno no puede quedarse ni medio minuto más en el seguro. Fuera siempre espera mucha gente. Antes, la enfermera me dio un papel con instrucciones escritas: puedo tomar ibuprofeno o paracetamol si aparece el dolor, y me parece que estoy empezando a sentirlo.
 

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