La extracción
Me sorprendió que me dieran cita para la
primera hora. Estoy ya acostumbrado a la sanidad pública que, por los recortes,
últimamente es bastante morosa. Eso fue un pequeño triunfo: iba a arreglarlo
mediando solo una noche. Recuperaba así cuarenta euros; además, mi vida no se enfangaba
en un parón de indecisión por frustración.
Pasé mala tarde y dormí peor. Recordaba el
chasquido y los coágulos, y escupir sin tregua durante medio día y la lengua inspeccionando el hueco, tímida, pero recurrentemente.
Llamé a mi compañero para que no me esperara
a primera hora en el trabajo. Por el camino tuve suerte, me encontré con una conocida muy
simpática que me dijo que no me preocupara, que ahora lo hacen de una manera
que no duele, que ella se había sacado una muela hace un par de meses. No la
creí, pero me animó.
Llegué a la cola; aún no estaba abierta la
consulta. Había un hombre viejo, de mal aspecto, un poco maltratado por la vida. Hablamos. Al poco llegó otro señor, más formal e inteligente. Yo, en cualquier
caso siempre hablo mucho... de que debíamos habernos lavado los dientes ,llevar
a todas partes el cepillo, como hacen los americanos de las películas y cosas así. El
hombre perjudicado exclamó: “yo en cincuenta años que tengo de vida sólo me he
lavado los dientes dos veces”. ¡Cielos! uno se consuela por cualquier bobada, ese
viejo que estaba frente a mí, tiene un año menos que yo y yo no he sido
constante, pero he tenido algo de cuidado, no he sido absolutamente negligente.
Con poca gasolina funcionan mis remontes de
autoestima en los momentos cruciales.
Llegó -impuntualmente- el dentista. Un hombre
implacable. Así me pareció al entrar. Yo pasé el segundo. Traté de ponerle en antecedentes hablando pero él me pidió que me sentara, y que abriera la boca. Eso no es "cállate" pero se parece mucho. Miró la muela y llegó a golpearla
suavemente. Parecía no creerse que el dictamen fuera extracción. Me metió la
duda. Ponía caras. Volvió a golpear. Por un momento pensé <<esté quiere captarme para su clínica>>
y me va a recomendar que la salve y me dará su tarjeta. Pero no me fiaría, la dentista de pago lo había
intentado dos veces y me pareció sinceramente honrada, me había dicho: “yo me
dedico a hacer endodoncias y esta no la recomiendo, no la haría; me parece
tirar el dinero”
No le repetí esta frase al dentista pero sí que le dije que había tenido dos sesiones en la clínica y la dentista había renunciado a la endodoncia y me había recomendado la extracción. Entonces el dentista extractor le dictó a su enfermera: la sacamos por recomendación de su dentista privado, con muy poca convicción.
No le repetí esta frase al dentista pero sí que le dije que había tenido dos sesiones en la clínica y la dentista había renunciado a la endodoncia y me había recomendado la extracción. Entonces el dentista extractor le dictó a su enfermera: la sacamos por recomendación de su dentista privado, con muy poca convicción.
Comenzaron las maniobras. Al contrario que había predicho mi amiga, no estuvieron
exentas de dolor, y fueron complicadas, implicaron
mucha variedad de instrumentos, incluido el torno (nunca había visto yo esto en
una extracción) que, por cierto, me pareció mucho más estridente que el de la clínica
privada. En un momento que me extrajo lo que yo creí un fragmento, le comentó a
la enfermera: “una pata”. Durante todos sus manejos, estaba yo a la altura de
los intestinos del doctor y sentí dos veces sus convulsiones: Pensé " café con leche con croissant", no es agradable
esto, pero es lo de menos. Mientras, soportaba muchos más ruidos, chasquidos, era yo: mi muela, que me
pareció extraída sólo en parte. No sentí en dolor fuerte y rotundo -un gran arrancón- de otras
veces. Pero, viendo lo agarrada que estaba la pieza dental a mí y las dudas que
me había generado el médico en su primer análisis, pensé que había acertado
intentando salvarla. Todo terminó casi sin sangre, con un apósito que me dijeron que
mordiera, al menos diez minutos. He estado con ello una hora, y ahora me
arrepiento de haberlo tirado, parece que apretando fuerte sujeta uno mucho mejor el dolor.
Me regaló el comentario de que la muela estaba fatal, con lo
cual me tranquilizó. Le pregunté que si había
sacado toda y me respondió que sí, y se retiró. Yo me incorporé, y salí. Uno no puede quedarse
ni medio minuto más en el seguro. Fuera siempre espera mucha gente. Antes, la enfermera me dio un papel con instrucciones
escritas: puedo tomar ibuprofeno o paracetamol si aparece el dolor, y me parece que
estoy empezando a sentirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario