viernes, 6 de diciembre de 2024

Sarlat la Caneda

 Gracias a un consejo conocimos este espléndido lugar. Es, de no conocerlo, increíble su armonía, su clase, su arte, su aroma medieval. También es increíble que no supiéramos de la existencia de un sitio como este.

La satisfacción de imbuirse de su ambiente, de pisar las calles y mirar en derredor, no se explica fácilmente. Uno da gracias a la vida y a todas las circunstancias y voluntades que propiciaron este magnífico encuentro. Costó mucho aparcar el coche, eso sí. Pero llegué al centro gozoso de esta plaza.

Ahí, en el centro de la plaza está un hombre claro y feliz, fotografiando la maravilla. Acababa de bajar por esta cuesta desde donde me veis, al lado de esta preciosa estatua.

en la baranda está sentado

Y esto es lo que estaba fotografiando yo abajo.


Hay una frase en la misa que dice Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Me cuesta creerme ser digno de entrar en Sarlat, de pisar sus calles, de rozar sus piedras de doblar sus esquinas. No soy digno porque ni siquiera podía suponer que existiera un lugar así. Me creía culto, atento, conocedor, pero desconocía este sitio perdido de los cuentos, este magnífico escenario de un pasado espléndido y de un presente suspendido en aquella gloria. 
Me ha sucedido muchas veces y espero que siga pasándome, cueste lo que cueste, la vida me sigue regalando mientras tenga la voluntad de descubrir, y me siento agradecido.
También me gusta presumir ante vosotros. Os necesito como testigos de mi dicha.

No sé ni me importó en su momento qué representaba la imagen de ese doncel sentado, pero me pareció tan hermoso que cualquier explicación o racionalización quizá me estropeara la sensación.
Leo en Azorín  En la vida no hay nada cierto. ¿Soñar? ¿Vivir? Cuando nos agitamos, quisiéramos vivir. Cuando nos entregamos a la acción sentimos el amargor del ensueño desvanecido.
Libro Blanco en Azul. Cuento: Las tres pastillitas.

Me gusta saber, también por poder explicar y por presumir de sabio; pero, por otro lado, me satisface el puro gusto de degustar irracionalmente, dejarme llevar por la ignorancia del ensueño, de la incógnita. No voy a mejorar la sensación de aquella tarde por saber quién fue o a quién representa aquel mancebo. 





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