miércoles, 18 de diciembre de 2024

Suceso con avispas carbo o avispones.

En general no temo a los animales. Una vez me mordió un perro pastor alemán en la corva de la pierna derecha, me ocurrió por no tenerle miedo, había pasado varias veces cuando iba corriendo por la puerta donde él estaba tumbado. Por precaución, -para que no se me echara encima, no pensaba que fuera a morderme- dejaba de correr y transitaba andando. El día que me mordió había otro perro más pequeño pero ladrador, y el grande se sintió estimulado por aquellos ladridos, se levantó y me dio un bocao, más bien un rozón, no hizo presa, pero dos rasguños me quedaron, y el desgarro en el pantalón del chándal que aún no he tirado. Siguen sin darme miedo los perros pero desde entonces soy más desconfiado.

El animal que más daño me ha hecho es un avispón de estos. Tienen una residencia consolidada en el depósito del año 1.574 que hay cerca de mi huerto, y parece que hace seis u ocho años estaban colonizando una sucursal debajo de unos troncos y palos que había apilado yo para sujetar un pequeño bancal en mi huerto. Al moverlos un avispón de estos me mordió en el antebrazo, fue como una quemadura, y me estuvo doliendo rabiosamente una semana.

Sucedió el 19 de julio de 2014. Entonces pensé que sería una avispa asiática, y así lo publiqué, pero luego supe que era un bicho autóctono que además no debemos destruir porque se espera que haga frente a las invasoras cuando bajen por aquí. (De momento estaban expandiéndose por el norte de España).


Resulta que tengo unas zapatillas viejas para ir al huerto, que ahora, al estar lleno de hierba mojada se me calan. Por ese motivo las pongo al sol, para que se sequen. Pero el barrillo que contienen ha de interesarles a estos bichos

Ahí dentro se pusieron a montar una sucursal


Tengo más zapatillas viejas, pero no estoy dispuesto a ceder a la ocupación por muy violentas que sean las ocupantes. Una mañana a las ocho retiré la zapatilla, pensando que no habría ninguna. Hacía mucho frío y llevé la zapatilla a una terraza para sacudirla. Pero estaban aquí dentro, atontadas por el frío. Pisotee la zapatilla con toda mi alma, y maté a cuatro que se habían quedado en su residencia en construcción. Lo hice mucho más de lo necesario, con desconfianza, con violencia; como un asesino nato. Recuerdo la película La Huida de Sam Pekimpak en la que Steve Macqueen no mata al malo que iba a matarle a él al principio, que tenía un chaleco antibalas, pero él no se cerciora de que estuviera bien muerto y nos hace sufrir toda la película porque era un tipo bien aguerrido como estos insectos.

 Ahora los avispones no me dan tanto miedo porque, ciertamente, si no te metes con ellos no te atacan, hay que tener sangre fría para no hacerlo y yo la tengo, pero en este último encuentro no he tenido más remedio que acabar con ellas sin darles ninguna opción. 
Ya he usado otra vez estas viejas zapatillas en mi huerto.

Pero "no hagáis esto en casa"


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