En general no temo a los animales. Una vez me mordió un perro pastor alemán en la corva de la pierna derecha, me ocurrió por no tenerle miedo, había pasado varias veces cuando iba corriendo por la puerta donde él estaba tumbado. Por precaución, -para que no se me echara encima, no pensaba que fuera a morderme- dejaba de correr y transitaba andando. El día que me mordió había otro perro más pequeño pero ladrador, y el grande se sintió estimulado por aquellos ladridos, se levantó y me dio un bocao, más bien un rozón, no hizo presa, pero dos rasguños me quedaron, y el desgarro en el pantalón del chándal que aún no he tirado. Siguen sin darme miedo los perros pero desde entonces soy más desconfiado.
El animal que más daño me ha hecho es un avispón de estos. Tienen una residencia consolidada en el depósito del año 1.574 que hay cerca de mi huerto, y parece que hace seis u ocho años estaban colonizando una sucursal debajo de unos troncos y palos que había apilado yo para sujetar un pequeño bancal en mi huerto. Al moverlos un avispón de estos me mordió en el antebrazo, fue como una quemadura, y me estuvo doliendo rabiosamente una semana.
Sucedió el 19 de julio de 2014. Entonces pensé que sería una avispa asiática, y así lo publiqué, pero luego supe que era un bicho autóctono que además no debemos destruir porque se espera que haga frente a las invasoras cuando bajen por aquí. (De momento estaban expandiéndose por el norte de España).
Ahí dentro se pusieron a montar una sucursal
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