La ciudad histórica de Sarlat fue dividida y cortada por una calle central, derechita y funcional muy neoclásica francesa, y por ahí nos comenzó a llover.
También nos refugiamos en pasadizos urbanos medievales
Era lo que esperábamos, y lo que nos habían avisado y al cumplirse esa expectativa moderadamente, casi nos sentimos bien, porque podíamos resistir la lluvia sin venirnos abajo, sabiendo que el día siguiente no llovería si volvían a acertar las previsiones. En cualquier caso los brillos acuáticos aportan otra luz a las piedras y adoquines.
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