martes, 10 de diciembre de 2024

Los pesticidas y el cáncer

 Hay familias de cancerosos, porque el cáncer puede ser genético; creo que todos conocemos alguna en la que caen muchos miembros. Cuando supe de estas experiencias ajenas pregunté si en mi casa había habido: la respuesta fue negativa: dentro de lo pronto que se moría antes, no estaba en nuestro repertorio esa enfermedad, que puede alcanzar ahora también a los ancianos, que pocos llegaron, pero en ese caso ya no es tan importante: que me quiten lo "bailao", decimos en España, si me entra un cáncer a los 80 años. 

Me sentí un poco más seguro.

Pero héteme aquí que mi padre desde el año 1978 hasta el 2000, trabajó mucho en el cementerio de Ávila, donde se mataban las hierbas con un potente herbicida. A mi padre le gustó tanto un invento tan cómodo y eficaz, que se lo pidió a los enterradores comprobando su poder con una zarza pertinaz de una finca de su madre contra la que nunca había podido, porque siempre rebrotaba con fuerza. Recuerdo que me comentó con alborozo su triunfo químico y el aniquilamiento por varios años del molesto vegetal. 

Pero creí atisbar un silencioso rescoldo de miedo ante esta radical destrucción.

Lo que es tan malo contra la vida, no puede ser bueno para la salud.

Conoció con el tiempo que cuatro de los cinco enterradores con los que coincidió algún tiempo en ese lugar, habían muerto prematuramente de cáncer, (también eso lo vino contando) y en el año 2004, jubilado, después de darle varias vueltas médicas a unos dolores y a un bulto, a mi padre se le detectó un "linfoma no Hodking". Un cáncer inesperado.

Es traumático el que aparezca el cáncer en una familia y mi padre, que tenía 66 años, desmentía la inmunidad de los Mayo, a no ser por ese detalle: había estado muchas veces cerca de la tierra del cementerio de Ávila colocando monumentos funerarios, y además una vez se había llevado a su pueblo el veneno mágico y lo había usado.

Tuvo quimioterapias, radioterapias y en aquella primera década del siglo XXI entró la primera mascarilla quirúrgica en mi casa porque anduvo muy bajo de defensas y una gripe o catarro se lo hubiera cargado. Aunque se recuperó bastante bien, ya nunca soltó el bastón hasta los 84 años que murió.

Me apetecía contar esto:


para restaurar en este sitio lo vegetal y embellecer este lugar de memoria

para preservar la salud de los jardineros y usuarios

para preservar la calidad del agua y de nuestro entorno

NOTRE CIMENTERE EST ENTRETENU SANS PESTICIDES (NUESTRO CEMENTERIO SE MANTIENE SIN PESTICIDAS)

Este cartel lo fotografié en el cementerio de Carcassonne, ciudad amurallada que tanto tiene que ver con Ávila, donde el cementerio se mantenía de tan contraria manera.


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