lunes, 16 de diciembre de 2024

Castillo de Monfort, y una aventura americana.

 Salimos de Sarlat, con dirección a la Roque-Gageac, la carretera nos "regaló" la circunstancia de que hubiera muchos cicloturistas maduros, hombres y mujeres, conociendo de esa manera estas comarcas y obligándonos a ir más despacio. Llamaba la atención el castillo de Monfort y en el mirador donde paramos a fotografiarlo encontramos un numeroso grupo de alemanes que habían parado con su bicicleta.



Los franceses en el siglo XIX crearon y vendieron muchos cuentos para nuestra infancia. Los paisajes ayudan.
En aquel mirador había una placa alusiva a que en este lugar se reunieron por primera vez los miembros de la resistencia francesa a la ocupación alemana, no sé si los ciclistas alemanes advirtieron la circunstancia. Siempre que ando por Francia me viene el pensamiento de que hace poco más de ochenta años eran los alemanes quienes se enseñoreaban de estos lugares, con no poco dolor de los franceses y posterior y machacona reivindicación de que estaban rebelándose, resistiendo, aunque fueran la menor de las preocupaciones del país ocupante.


Ya estaba un poco cansado de seguir el ritmo de los pelotones de ciclistas, imposibles de adelantar en unas carreteras tan estrechas y curvadas. Poco después vi a una tranquila pareja de 2 ciclistas con bicis eléctricas que estaban bien separados entre ellos y decidí adelantarlos y lo hice primero a ella, con generosidad de ocupación del carril izquierdo, cuando de pronto vino un coche francés de frente y me eché al arcén derecho frenando. Todos nos asustamos un poco; después, con mejor visibilidad, adelanté al que iba primero, que era hombre. Curiosamente también pararon en este lugar que estaba pocos metros más adelante y resultaron ser una pareja de californianos; él hablaba bastante bien español y conocía Salamanca, les expliqué mi maniobra y la entendieron, y era que, como se ha establecido en España el último año, debía adelantarles pasando completamente a la izquierda, y como dejaban un espacio generoso entre ellos no tuve inconveniente en pasar rápidamente a la derecha como hice. Ambos llevaban bicicletas eléctricas, y un ritmo tranquilo y cómodo. Volvimos a encontrarlos y a saludarlos en el siguiente castillo, otro más que veremos después de la Roque-Gageac.







mucho dinero en mantener estas postales de tan buen gusto.







Alguna vez que volvamos deberíamos proponernos visitar algún castillo, parece que es muy típico hacerse este planteamiento en la zona del Loira y no en Perigord-Dordoña, aunque sean tan prometedores. A ver si se nos lograra pasar de nuevo por esta maravillosa región sin que transcurran cuatro años.


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