sábado, 29 de junio de 2019

La España vaciada.


bajo esas banderas está la puerta principal del ayuntamiento de Candelario, donde se accede a mi oficina y a la de correos



Anteayer había a la puerta de mi oficina, que está enfrente de la de Correos, una señora muy mayor que buscaba al cartero para devolverle la carta de un banco que no le correspondía porque era para otras personas. Le expliqué que el horario de la oficina de correos comienza a las diez y media y acaba a las 11.
Quedaba hora y media. La mujer me enredó en la conversación sobre "este cartero que no le entiendo a veces viene por mi casa muy pronto a repartir ¿y me dice usted, que no abre hasta las diez y media?
-Sí señora, y nunca se va después de las 11. Es cumplidor. A veces viene a las diez y veinte porque ha terminado su reparto en este pueblo, pero su hora son las diez y media. Lo tiene ahí puesto en la puerta. También le dije que muchas veces venía a las nueve y media a aparcar el coche a la puerta, pero sin subir a la oficina se ponía a repartir a pie desde aquí.
Me empezó a contar una historia de los destinatarios de la carta y de su salud y de su civismo y de  no sé cuantas cosas más.
Más o menos la atajé porque tenía que abrir  ya mi oficina
Al poco oí por mi ventana abierta que llegó el cartero como dije y ella, muy cariñosa con él, le comentó y se volvió a enrollar con él.
Cuando vino el cartero se lo comenté y me dijo:
-¡Ah Mercedes, no sé cuántas veces le he dicho el horario de mi oficina! Pobre mujer, no tiene casi vecinos en su calle y siempre me está esperando, para decirme algo.

Anteayer se ve que no se aguantó y fue hasta el edificio del Ayuntamiento a ver si podía decirme algo a mí.

La España vacía es esto: un montón de viejos echando de menos a la gente que había en sus pueblos, gente que necesita cariño. No hay remedio político para esto desde un estado democrático, casi toda la gente quiere "futuro" para sus hijos y se va a las grandes ciudades, pocos elegimos los pueblos. Los viejos se ven consumidos por la nostalgia y la soledad. Es triste y a la vez estúpido lo que hace la gente, porque en los pueblos es donde mejor se vive, naturalmente.

martes, 25 de junio de 2019

Viaje a Asturias

Seguimos requiriendo mar para alimentar nuestra estética primaveral, pues ahora es más barato y, sobre todo, más íntimo. Por cambiar de provincia, elegimos Asturias, muy grande y verde, aunque nuestro destino se llamaba Cudillero, que  es multicolor.
Esta es la plaza mayor de Cudillero, que mira al mar y me parece que está prevista para recibir sus momentos de bravura sin oposición.

Lo que ve la plaza: el puerto que defiende sus barcos. 

aquí están parte de sus barcos 






otra vista, la mañana siguiente

esta es la costa salvaje que hay justo al lado
y aquí están las cúbicas defensas que hay al lado (observad la referencia de las personas que pasean por el muelle)

no muy lejos de allí una pequeña playa que hollamos con los pies descalzos.

viernes, 21 de junio de 2019

Lo Cambiante.



Durante toda la historia han cambiado las consideraciones éticas y estéticas. En la mía,  que tengo poco más de cincuenta años, he visto multitud de cambios: he pasado muchas, pero muchas tardes de domingo, rezando el rosario; he visto mujeres cristianas que salían a la calle con un pañuelo tapándose todo el pelo (como hacen ahora las musulmanas), abuelas que nunca se pusieron unos pantalones, perros corriendo con una lata atada al rabo o  ahorcados,  burros molidos a palos con tal furibundia que ahora serían trending topic mundial y poco antes de los tiempos del omnipresente movimiento LGTBI, he oído responder al insulto:
-¡Marica!
- Desde que te la metí, me pica.
(...)

A pesar de tanto cambio constato que siempre ha habido turbas manipulables y, entre ellas, verdugos voluntarios, muchos linchadores orientados por el viento de turno: los bíblicos del crucificalé, crucificalé.
Aquí en España recientemente una familia descubrió que un antepasado suyo figura en una documentación como secretario del juzgado que condenó a muerte al poeta Miguel Hernández. Al intentar que se suprimiera del conocimiento público el nombre de aquel funcionario, la familia ha despertado los demonios, y ahora muchos tuitean y retuitean que ese hombre es un asesino. La familia, consiguió retirar el nombre del documento, pero ha recibido justo lo contrario que se quería evitar.
Yo sé lo que es ser secretario de juzgado. Uno está allí y levanta acta. Es el juez quien condena o absuelve. Teníamos varios juicios al día, y venían uno detrás de otro. No sé, ni procuré enterarme, si la juez que estaba a mi lado en el estrado condenaba o no a la gente que juzgaba, pero puedo asegurar que yo no intervine en nada más que en ser lo más fiel posible en las declaraciones que recogía. 

No solo eso, sino que el juez tampoco suele ser culpable, pues está sujeto a la ley, y la ley que había entonces era de venganza sobre los que se opusieron al alzamiento nacional, pero también sobre los que aprovecharon aquel momento para cometer crímenes. No había mucho margen para absolver en una situación así.

Miguel Hernández era un hombre muy rural; Lorca, mucho más fino, no le hizo caso: le evitó cuando quiso acercársele. El poeta de Orihuela vivió en Madrid porque personas como Vicente Aleixandre o Ernesto Jiménez Caballero le ayudaron, consiguiéndole trabajos como redactor de la enciclopedia de la tauromaquia de Cossío. En la guerra fue comisario político, que viene a ser ideólogo de un batallón guerrero, pero también le sacaron un buen tiempo del riesgo, para llevarle a Rusia; de vuelta, en Radio París, le grabaron su voz (creo que es la única grabación que se dispone de sus palabras, - que de Lorca, por ejemplo, no existe ninguna). No obstante él no rehuía el combate ni el vino de las tabernas. Una vez que, desde las trincheras, volvió a Madrid y le llevaron de visita a un lugar donde estaban entre otros Rafael Alberti y su mujer Mª Teresa León, se encontró con una fiesta de carnaval y derroche. Demasiado contraste. Entonces, sin pelos en la lengua, espetó:
¡Aquí lo que hay es mucha puta y mucho hijo de puta!
Casi se pegan. Alberti era mucho más corpulento que él.

Dicen que al final de la guerra, desde un aeródromo de Albacete, al pobre Miguel no le subieron a un avión salvador hacia el extranjero; en el aparato curiosamente iba esa pareja de  privilegiados por el régimen.
Miguel vagó andando por la España recién ocupada. Le detuvieron, pero le dejaron en libertad (no era nadie conocido, para cualquiera un perdedor republicano más). Intentó pasar a Portugal por Ayamonte, pero ahí le detuvieron y ya tomaron cuenta de su importancia.
¿Sabemos el nombre de todos los guardias civiles que le detuvieron o le custodiaron, todos los carceleros que tuvo? ¿Son importantes esos nombres para la historia?
No; lo mismo que el del secretario de juzgado.
¿Es lícito que la familia trate de sustraerlos de la curiosidad pública, teniendo en cuenta que su antepasado aparece en una cosa tan fea como la condena a muerte de ese artista?
Yo creo que sí, pero cualquiera, viendo lo que ha pasado a esta familia, se cuidará mucho de intentarlo; pero también estoy convencido que muchos de los mismos que se rasgan las vestiduras son los mismos que dirían entonces:
¿Y a ese rojo por qué le conmutan la pena, si era comisario, si era un pez gordo, que le llevaron a Moscú en plena guerra, si tiene un libro “Vientos del pueblo” que es claramente comunista y totalmente contrario al régimen de la nueva España?
 Pues sí le conmutaron la pena, o Franco no firmó el “enterado” y no fue al paredón, fue porque en esto intercedieron el General Varela (que muchos años después sería suegro de Paco de Lucía) o José María Pemán y fue porque se jugaron sus cartas con decisión. Tengamos en cuenta que al  suegro del malogrado poeta, que era Guardia Civil, le fusilaron los rojos. No sé si Miguel hubiera debido/podido interceder, pero esta muerte jugaba en su contra, además de que a los comisarios solían darles paredón.
Gracias a esa prórroga tenemos “La nana de la cebolla”.

¡Qué mala suerte tiene todo lo que rodea a Miguel Hernández!: su hijo, para quien escribió ese gran poema, murió también de miseria; su suegro fusilado por los republicanos; su avión se fue y subió Alberti y no él; el que le pillaran en la frontera...; y ahora extemporáneos vengadores condenan al secretario que tomó acta en su juicio.


Con este artículo quiero decir que para juzgar cualquier cosa hay que tratar de entenderla en su contexto. Sea sobre religión, homosexualismo, feminismo, o política hay que ponerse en el momento, estudiar la situación para saber si alguien es culpable  porque lo fue voluntariamente de la consecuencia que condenamos, o sencillamente el momento hacía que las cosas tuvieran que ser así, porque no había otra.

Yo conocí a gente que tuvo que fusilar, -con eso lo digo todo- y como sé cuáles son las circunstancias, también sé que sería una injusticia que alguien les llamara asesinos.

Los linchadores vociferantes sí son verdugos voluntarios (antes y ahora)

jueves, 6 de junio de 2019

Hoy estoy feliz.

He entretenido (al menos) unos minutos a un genio, que además me dice que lo pasará para entretener a otro genio: Leo Brouwer.
El mérito no es mío sino del gran guitarrista inglés Julian Bream.
Definitivamente Silvio Rodríguez me conoce. Supongo que sabe que no comparto algunas ideas con él, pero es capaz de entretenerse con una propuesta que yo le haga. No es la primera vez que esto me pasa, pero esta mañana su reconocimiento me ha hecho muy feliz.


copio estos extractos del blog "segunda cita"

   Blogger juan de la cruz471 dijo...


este comentario no es para publicar salvo que te interese hacerlo. Creo que si permites que la gente te haga recomendaciones de youtube "estás listo".
Acabo de ver un estupendo documental biográfico de dos horas sobre Julian Bream; supongo que conoces a uno de los más grandes guitarristas del siglo XX, si no bastaría con decirte que Leo Brouwer arregló para él parte de la suite Iberia de Albéniz con orquesta. Bueno, el caso es que hay una anécdota de 1963 con Stravinsky muy curiosa en relación con todos los "acosadores" de artistas. Solo es pasar la barra del tiempo a una hora, diez minutos y quince segundos: dura como cuatro minutos. Si tienes la paciencia de verlo, rejuvenecerás, porque si esto le ha pasado a Julian Bream, le ha tenido que pasar a todo el mundo.
Todo el documental es muy recomendable, pero este fragmento es de una elocuente humanidad. Perdona este acoso, pero es de corazón (y si se lo quieres pasar a Leo, creo que también le será simpático)
Ahí va el enlace https://www.youtube.com/watch?v=MUdunh_wMCI
5 de junio de 2019, 17:23
 EliminarPARA QUE PODÁIS PINCHARLO FÁCILMENTE  https://www.youtube.com/watch?v=MUdunh_wMCI
Anónimo (...)
Blogger silvio dijo...
Gracias, Juan, por la recomendación, que por supuesto publico por si alguien se quiere y/o puede sumarse. Se lo pasaré a Leo, que está por aquí desde hace unos días.
5 de junio de 2019, 19:32


martes, 4 de junio de 2019

Embriagado de un mar íntimo.



figurantes (a veces la gente se pone tan naturalmente apacible)


una isla en la arena (me sentí gaviota al hacer esta foto)

Hasta los 27 años no tuve coche y fue montado en él que vi por primera vez el mar. No tengo cultura de playa y ya no me ha dado tiempo a desarrollarla, porque que hasta esa alta edad también carecí de cultura viajera. Estoy modestamente en esto último, y así que no me quedaba tiempo para amar ese ser tan profundo que es el mar.

Cuando mi hija era una niña me he bañado en algunas playas mediterráneas o atlánticas; también hemos jugado mucho: hasta  una vez me enterró en arena en una playa de Almería.

Pero siempre vi al señor mar en pleno verano, con prisa y ruidos interfiriendo nuestro contacto, y nunca me pudo contar tantas cosas elementales como el pasado sábado.

Sí; habíamos subido en el mapa a ver el mar cántabro. Es como una conveniencia relajante, algo como que nos debemos periódicamente, que proporciona un bienestar difícilmente explicable con palabras. (También hacer de vez en cuando un viaje así, sin datos, sin arte ni urbanismo, nos hace parecemos más iguales a la otra gente).

El sábado me enamoré del mar. Sabía que me gustaba, pero esta vez, en aquel lugar, me correspondió; y yo le quise más.
Escribo el nombre de la playa: se llama Gerra, una palabra difícilmente pronunciable para los extranjeros, una palabra que para mí ahora es de lo mejor, aunque si le añadiémos una "u" nos quedará lo peor.

Lo que yo necesitaba con el mar era intimidad; escucharle, que me dibujara su arte de agua, cielo y tierra, vis a vis. Sucedió por primera vez en mi vida y ya siempre buscaré este mar, no me valdrá otro que no será capaz de llenarme, de comunicar.

Hablar de la gravidez de mi cuerpo, y de la arena que hace cuna a los pies para lamerte con un cariño animal, de las huellas humanas que se deja dibujar en el lienzo de playa que ofrece. Y las olas, y la espuma y esa intención que traen, que no es hostil sino cariñosa porque vienen a regalarte, a embaucarte, a narcotizarte: momentos hubo de embargarme un suave mareo. No sé como explicar esa tozudez irracional por recorrer toda la playa, queriendo corresponder al amor de las olas y a su música. El tiempo se relativiza y uno camina abrumado, poseído por ese ritmo, contemplativo.

Me declaro creyente de la religión del mar puro. (Es una religión porque no puede explicarse racionalmente). Aunque volví a mi casa, que es mi hogar, tierra adentro; pero el pasado sábado quizá alguna parte de mis genes recordó alguna vibración que tuvo en el mar algún remoto antecesor en la vida, quizá porque venimos de allí, antes de que se inventaran las palabras. Por eso emociona.



una chica me sirvió de espejo de modelo

había gente, pero no inundaba el mar como en otras playas que estuve.


también robé el reflejo de un surfista.
y mi mujer
y otros pacíficos paseantes


 estas huellas acaso sean la metáfora de nuestras vidas

por mucho que corramos, poco queda

el mar