sábado, 7 de diciembre de 2024

Sarlat, el arte llama a los artesanos

 


En todos los lugares singulares se asientan artesanos o artistas para servirse del escaparate para su obra. Lo he visto en Pedraza, en Candelario, en Las Alpujarras... Los artistas tienen que seguir a la gente de buen gusto, y a la que entusiasmada desee comprar algo sustantivo que le recuerde al maravilloso viaje. Si es algo auténtico y creado en ese lugar, mucho mejor. Es una simbiosis; a un lugar como Sarlat le sienta bien que un anglosajón alquile el último piso de un palacio para situar arriba su estudio y su tienda, y que además lo muestre gratis. En Sarlat hay galerías de arte, por supuesto; muchas. Pero entrar a una galería sin intención de comprar es más difícil que subir hasta un tercer piso a curiosear un torreón que es lo que hicimos. Así que éste se convierte en un aliciente turístico para el público y en un gancho comercial para el vendedor.









Además de este artista y las mentadas galerías de pintura y fotografía, hay una calle toda ella de artesanos, ya sean de queso, de cuero, de velas, todo muy lujoso y con un gusto soberbio. Ignoro si harán muchas ventas al día, pero estoy persuadido de que buscan compradores con alto poder adquisitivo y que además sean caprichosos y bien dispuestos a engatusarse, o dejarse engatusar.

Está muy bien, además en este hermoso lugar no hay una sola franquicia, o yo no tuve ojos para verla. Lo feo, lo que compramos todos, está en las afueras, a un par de kilómetros, en polígonos comerciales. Yo no tengo clase ni dinero para ayudar a mantener este otro comercio de alto valor.


*Hace un par de años me compré en el Decatlon de Orihuela  (también en las afueras) un bañador, porque hacía bueno y planeábamos ir a la playa unos días después. Cuando le miro me digo: "el bañador Miguel Hernández". Aunque manofacturado en Bangla Desh.











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