Me creía sabio, conocedor, sin embargo no sé más que tópicos de la ópera. No puedo aguantar una entera y menos si es de Wagner, no me cabe. Pudiera ser que, hasta de música, ignore mucho más de lo que sé.
Esta mañana escuché madrigales italianos por la radio y me dije, esta deliciosa música no voy a ser capaz de controlarla ya en lo que me queda de vida. Es por los acúfenos y también por la concentración, que me hacen preferir el silencio la mayor parte del tiempo.
La creación musical, como la pictórica, es enorme solo en la música o pintura occidental. Para mí es necesario un poco de atención, y algunas repeticiones para degustarla, para que me enamore y goce como debo de ella.
Pues nada, que ahí se queda el universo de los madrigales sin descubrir, como tantos otros pasados o contemporáneos.
Estaba en la cama y anoté un nombre mentalmente; Leonardo García Alarcón. Pensé que era español, pero es argentino como tantos musicazos que andan por ahí, como Dan Forrest, pero los habrá franceses y polacos y búlgaros y fineses, el mundo es muy amplio y lo mismo que hay oyentes salen personas que quieren crear emulando a los grandes genios.
Vuelvo a decir: el mundo es inabarcable para lo que me queda por ver y oír. Lamento mucho el tiempo perdido y me congratulo del aprovechado en estos sesenta años. Si no lo hubiera hecho y conocido no me habría encontrado hoy a este director de madrigales que, al buscar su nombre supe que también es un compositor genial, como vais a oír. Los franceses tienen el buen gusto de haberlo fichado y mantenerlo. Como a Piazzolla.
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