miércoles, 29 de enero de 2025

Más postales de Conques.

 No creo que deba guardármelas; un lugar tan bello, y tan fotogénico -porque el sol nos regaló así-, hay que honrarlo hasta la extenuación. He escrito muchas veces por aquí la ansiedad que provocaba tener unos pocos carretes de 36 fotos para un viaje. En este último llené la tarjeta de cuatro gigabites que llevaba normalmente, y me compré en Rodez una de 32 que espero que me sirva para todos los viajes.

De los alrededores de Conques tomé unas manzanas bajo un árbol y, como me supieron ricas, he metido unas semillas en el frigorífico con papel húmedo a ver si germinan: me gustaría tener en mi huerto, ya que puedo, algo de Conques. Lo que sí guardo como recuerdo tangible es una caña de bambú que también encontré por los alrededores. Es un lugar mágico, imprescindible.


















                        nada floral en Francia es azar




Casi siempre en estos viajes, en este punto del trayecto, siento el peso de tener cargada la cámara con belleza de sobra y desearía llegar a casa ya para volcarlas en el ordenador, y resguardarlas en el disco duro interno, y comenzar a publicarlas en el blog, para caso de que se destruyeran alguno de estos soportes, poder recuperarlas. Es una responsabilidad. Debería alquilar un ordenador para copiarlas en un pendrive, por ejemplo.

Doy gracias a la vida, como Violeta Parra en su canción, empezando por la vista. Y también doy gracias a este medio que me permite ver para otros, y exponer para otros, profundiza mi cualidad de viajero el saber que muchos, ya, seguís lo que yo siento.

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