TRUMP

 Sé y reconozco que ganó democráticamente. Pero no sé si le quieren o simplemente le prefirieron, aunque él se comporta como si le adoraran, como un hombre providencial: a partir de ahora todo va a cambiar porque todo estaba muy mal y él asegura que lo va a poner muy bien.

Es poco educado decirlo mientras estaba al lado tu predecesor, que te ganó hace cuatro años, con más votos que has ganado tú a la contrincante que te tocó esta vez. No sé si los votantes de la otra opción y aún de la suya están de acuerdo con ese desprecio despiadado.

Tampoco sé si Trump prometió en la campaña que Estados Unidos se merendaría Groenlandia y el canal de Panamá, si cambiaría el nombre del golfo de México, ¿no hay más golfos en América?

Dudo que nadie le haya votado por Groenlandia Panamá Canadá o cambiar un nombre en los atlas.

Sospecho que la gente quiere más bienestar y seguridad; no es poco conseguirlo, lo que sucede es que este casi octogenario parece que pretende pasar a la historia, como Alejandro Magno, Trajano, Napoleón, César... Hitler también reclamaba más espacio para los alemanes, raza superior.

Cierto es que en su mandato anterior no inició ninguna guerra; el mundo, o la parte de mundo que soy yo, se lo agradece. 

Ojalá sea bueno para sus conciudadanos y no sea malo para los demás, que somos más. Me ha parecido siempre, y hoy más, un hombre, ególatra, que ha recibido esta recompensa a su egolatría a punto de cumplir ochenta años.

Tampoco entiendo lo del sombrero aislante de su mujer. Democráticamente lo respeto, por supuesto. 

Me daría un poco de vergüenza que pueda aparecer como representante de la humanidad, si algún día vienen los extraterrestres. Que no sea él nuestro portavoz, aunque tampoco pueden serlo míos ni Putin, ni Sánchez, ni Maduro, ni Netanyahu, ni la presidenta mexicana, ni el presidente chino, aunque parezca más prudente, a quien nadie eligió democráticamente.

El discurso que parcialmente he escuchado esta tarde no me representa ni de lejos: está claro lo que quería comunicar yo hoy.