El nombre de Conques me sonaba más que otros y como estábamos cerca de Figeac lo marcamos simbólicamente en el mapa para dirigirnos allí la siguiente mañana.
Pero siempre con los ojos abiertos a lo que nos ofreciera la carretera.
Una vez más paramos como homenaje a la niña que tantas veces llevamos de viaje, también porque era bonito. Hay mucho arte en todos los lugares y gente que quiere vivir de ello. Este reclamo se quedó en recamo curioso pues no entramos en el establecimiento al que pertenecía esta exposición. Como todo el mundo, tenemos demasiadas cosas en casa, muchas guardadas sin exhibir.
los carteles de la carretera insistían en Conques, y nosotros nos refrendábamos en nuestra inquietud por llegar, ¿"Con qué" nos sorprendería Francia ahora? pero, sosiego, porque por el camino aparecieron construcciones tan interesantes como este molino que por su singularidad no debíamos de dejar de observar y fotografiar.
Un puente. Piedra arenisca de sillería, esos tejados...
este detalle de estas caras vigilantes ¿Jano trifronte?
enclavado en un paraje hermoso con un fresco río remansado para aprovecharlo en la molienda
ese verdín de musgos y líquenes, la exclusa para regular el agua que alimentara al molino
Contrafuertes, por si acaso, en una casa bastante alta.
el modelo de muelas es distinto al de mi pueblo, éstas parece que apisonaran con el canto o lateral. (Entiendo que lo que vemos son ruedas recicladas que más tarde se incorporaron ornamentalmente a la construcción)
Uno piensa lo orgulloso que debe estar el propietario de vivir aquí y poder invitar a gente a pasar días en un lugar así.
Pero también piensa en el gasto de cuidado, mantenimiento, reposición, y seguridad de este caserío tan llamativo como solitario.
como siempre agradecemos aunque no veamos a quien conserva y mantiene esta belleza, de la que tanto gozamos al pasar.
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