sábado, 31 de octubre de 2020

Soy un ser humano afortunado.

Por muchos motivos; aunque el resto de la vida que tengo por delante, si no muero yo primero, tendré que perder muchas personas queridas. Pero hoy aunque el mundo empeore, yo mismo padezca enfermedades, despojos o ruina, quiero manifestar esta plenitud: que la vida me ha tratado muy bien.

La última razón, que ahora centra gran parte de mi atención, (soy todavía un enamoradizo, por no confundir los términos con el sexo, mejor un entusiasta) es haber conocido a un gran escritor en el lugar donde tengo la suerte de trabajar, Candelario. Se llama Luis Aguilera, nació en Colombia y una serie de elecciones forzadas y voluntarias le trajeron a vivir a este pueblo: y otra buena mañana le llevó a solicitar en mi oficina un papel llamado "fe de vida". 

La conversación nos unió (tengo suerte de haber leído autores que a él le interesaron y de haber sabido exponer lo provechoso de mi lectura). Poco después me regaló un libro, el último de entonces: Una situación muy esponjosa. Tengo muchísimos libros de calidad contrastada que debo leer, así que regalarme un libro incierto no es un obsequio que yo desee. Lo leí y di cuenta de ello.https://www.blogger.com/blog/post/edit/7185936966255904133/2618750504182557500

Seguimos cultivándonos y otro día me regaló un libro de poesía. Yo no soy  paciente lector de poesía, así que lo acepté a regañadientes. Me convenció, me gustó mucho, y más todavía a otro amigo poeta que lo quiso tanto que tuve que regalárselo. Recientemente publicó otro libro de poemas del que este autor me dio dos ejemplares, para que no perdiera yo el mío. Me volvió a gustar; pero siempre tendré la duda de si me gusta tanto porque le conozco, le tengo afecto, y me gusta creer que entre nosotros hay ya amistad.

Seguramente pasan de treinta las horas que he hablado con Luis Aguilera, también hemos cruzado decenas de correos electrónicos. Sigo leyendo libros de él y hasta una novela de su hijo. Luis todavía es para mí una caja de sorpresas y un excelente conversador. Muchas veces me pellizco cuando le estoy escuchando.

Mi obra preferida, con la que más me he divertido y también la que más me ha sorprendido, es Fulanitos de Tal, Zutanitas de tul, que le publicó la Editorial Planeta en Colombia. Es grande, quizá no tan grande como las más grandes novelas de los grandes hispanoamericanos, pero sí tanto como las otras obras grandes de esos grandes. Es de humor, yo me he reído a carcajadas con ella. Aunque me gustaría que alguien de mi confianza la leyera objetivamente, porque yo, aunque quiera, no soy objetivo.



De lo que estoy seguro es de ser afortunado.

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