miércoles, 30 de septiembre de 2015

MÁS SOBRE LOS MOTORES MENTIROSOS


(Lo siento por los pobres sirios, atrapados en un éxodo cada día más incierto y frío, pero en estos días el peso de la noticia -la solidaridad de la opinión publicada y pública- se va con los  empleos directos e indirectos de la Wolkswagen, tan amenazados, el batacazo en la bolsa y los temores de  daños de esta crisis en la economía alemana y europea)

No dejo de sorprenderme que personas tan cualificadas como los directivos de la mayor empresa automovilística del mundo puedan pensar que un engaño a escala industrial como el que se ha realizado pudiera resultar tanto tiempo. Recuerdo aquella película de Billy Wilder “Se puede engañar a pocas personas por mucho tiempo, también se puede engañar a todo el mundo alguna vez, pero no se puede engañar a todos por mucho tiempo”.
(estoy por pensar que alguien lo habrá descubierto y puede que estuvieran chantajeando a la empresa hasta que haya sido insoportable)


Queda muy claro que también estamos en manos de gente que no vela por nuestra salud. Que lo fían todo a las máquinas, (que se fían de la fiablilidad alemana -aunque lo más famoso que hicieron los alemanes en el siglo XX fue envenenar a un montón de gente con gases-, lo siento por el chiste fácil, pero han empezado el siglo XXI con el  mismo propósito)
-Sí, porque se trata de un delito contra la humanidad doloso, es decir, realizado conociendo y queriendo el resultado. No es exactamente igual: Hitler deseaba matar judíos y los de la Wolkswagen creemos que sólo deseaban pasar la prueba con buena nota engañando al examinador. Pero ambos sabían que hacían malas cosas con gases perjudiciales para la salud.

Y el examinador, ¿quién compra, quién fabrica las máquinas que han sido engañadas?. Yo pago aproximadamente 50€ por una revisión (de momento bianual,  cuando  el coche se me haga más viejo será anual) Parte de lo que yo pago, de lo que el estado me obliga a pagar, era para que midieran las emisiones y velar por la salud de todos. El vigilante directo, Inspección Técnica de Vehículos y el vigilante supervisor, Ministerios de Industria,  Sanidad y Medio Ambiente, también me han defraudado.

Yo tengo la suerte de vivir en un pueblo con poca actividad económica y además rodeado de árboles. Si alguien de mi pequeña familia padece una enfermedad respiratoria lo más probable es que no debamos atribuirla al exceso que se ha originado con esta mezcla de dolo y negligencias. Pero cuánta gente de ciudades, con garajes repletos de motores WW, se preguntará ¿por qué mi hijo me ha salido asmático?, ¿por qué tiene tantas alergias? ¿por que murió tan pronto mi padre si había dejado de fumar hace más de 20 años?

Esta estafa, como responsabilidad civil, es impagable, -si algo justifica el hablar de salud pública es la respirabilidad del aire que, junto con la visión de las nubes y las puestas de sol, es el único bien público gratuito que queda ya-. Las indemnizaciones que Wolkswagen debe a la humanidad, por haberse concentrado en engañar y no en reducir las emisiones nocivas tendrían que ser colosales y tan ejemplares que hundieran a esta empresa multinacional. (1)


Aunque quizá el estímulo de su falsas buenas notas –yo siempre quiero pensar en los aspectos positivos de la vida- haya conseguido que otros fabricantes se hayan esmerado y hayan conseguido mayor rendimiento con menores emisiones (en la carrera dopada más famosa del mundo los 100 metros libres de Seul, el dopado Ben Jonson batió el récord mundial apabullando a Carl Lewis, pero Carl Lewis también batió el récord mundial limpiamente con el estímulo de querer seguir al tramposo).

QUEDA UN DETALLE PARA REFLEXIONAR. Siempre hay fariseos, y muchísimos irresponsables, (a mí siempre me parece que siempre debo incidir en democratizar la culpa porque lo cómodo es -y lo que prefiere la gente es identificar  al más malo -cortamos su cabeza y ya se arregla todo).

En el mundo hay millones de conductores de Wolkswagen que hoy saben fehacientemente, (y alguno se habrá rasgado las vestiduras ante el escándalo) que emiten cuatro veces más partículas contaminantes que antes. ¿Cuántos, sabiendo el mal que hacen a la humanidad, han restringido al mínimo el uso de su coche? Españoles, que son los que yo conozco, pocos, muy pocos, estoy seguro.
Los responsables son los directivos de la multinacional automovilística, los que nos han estado matando. Pero ahora, los ciudadanos ya somos conscientes y, por tanto, responsables de todas las muertes innecesarias que se originen a partir de ahora por el uso de esos coches.
Vuelvo a insistir en que es una buena noticia que se haya destapado este escándalo; el escarmiento será para Volkswagen y, en cabeza ajena, para muchas personas y empresas más, que se cuidarán de plantearse algo parecido en el futuro.  Pero, aunque a los peatones nos va a dar igual quien nos envenene de más, los conductores, que siguen usando y a veces abusando de su motor, deberían tomar nota y abstenerse todo lo que puedan. Pero seguro que nadie me hace caso.




(1) no deseo esto y no sucederá. Estoy persuadido de que los gobiernos europeos levantarán la mano lo que sea necesario por no hundir la economía.

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