miércoles, 11 de marzo de 2015

Pensar con la cabeza. Ninguno somos inmunes a la maledicencia.

Culpable pero en su mayoría de los casos, inocentemente, podemos repetir un bulo que en frío siempre tendría aspecto de bulo, y casi siempre lo hacemos por adornar una cálida conversación, por echar otro filete de argumento sobre una balanza de razones; siempre a algo que nos concierne un poco de lejos.

Es que no siempre pensamos con la cabeza. Yo, por ejemplo, dije en una ocasión, a alguien que me lo recomendaba y quería prestármelo: no me interesa ese disco de Gloria Estefan, porque es “gusana”.  Años más tarde, cuando a mí me llamaron gusano, me di cuenta de la vileza y de la injusticia de ese insulto, prefabricado interesadamente con la peor intención; que pude repetir acríticamente, porque quería tanto a Silvio Rodríguez, Leo Brouwer, Alejo Carpentier...
Y no pensé con la cabeza hasta que me afectó.

Hace unos días un grupo de cincuentones arreglábamos España en torno a una mesa y unas cervezas, y a mí me dio por criticar la globalización económica que impide hacer políticas fiscales que ayuden a sufragar el estado de bienestar, las deslocalizaciones, el dumping social…, en una palabra: China.
Y nos pusimos a criticar. En un momento salió alguien, nada sospechoso de xenofobia, en sus seis primeras capas de la cebolla, (en el centro más blanco de la nuestra cebolla, -supongo que él también-, seguro que todos-todos somos racistas, machistas, xenófobos y casi todo lo inconfesable que podamos ser. Recientemente me contaron de una señora a quien, atrapada definitivamente en el mal de alzeimer, no hay quien la aguante porque se ha vuelto una tremenda maleducada; pero tampoco hay quien la conozca, porque siempre fue todo lo contrario. Desaparecidas las artificiales capas de educación que, gracias a la razón, nos implantamos, asentado ese mal de la memoria que hace abandonar a los centinelas, sale lo peor de nosotros mismos, que siempre se albergó en el centro más blanco de nuestro ser)
El caso es que el hombre menos sospechoso de racista, soltó eso de que los chinos no pagan impuestos; que, con tal de que abran tiendas, el gobierno los permite por cinco años no pagar impuestos. ¿Si no de qué...?  
Esta es una leyenda urbana interesada. Nadie  ha visto ni oído cuándo el ministro de asuntos exteriores chino firmara el acuerdo con su homólogo español sobre ese particular, ni nadie es capaz de encontrar, ni en Google, el texto de ese acuerdo de exención de impuestos en nuestro país a los nativos de la pujantísima República Popular. Pero este bulo, que yo ya oí hace seis años de labios de una prima ultraderechista, quejándose de que Zapatero los había dado ese privilegio, va a acompañar a los sigilosos y laboriosos chinos mientras vivan entre nosotros, lo mismo que, durante siglos, acompañó a los judíos el bulo de que envenenaban las fuentes y se dedicaban a secuestrar niños para sus prácticas nigromantes.
Lo dicho: estar alerta, pensar con la cabeza, tener alerta los centinelas.


PD Eso sí, estoy seguro de que los chinos defraudan todo lo que pueden, como la mayoría de los españoles

PD Un saludo a los controladores de la red chinos. Cada vez que publico algo sobre esta nacionalidad se registra en la estadística una entrada de ese gran país. 

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