miércoles, 18 de marzo de 2015

Esperar por seguir esperando.

50 años gravitan. Desde aquí, la segunda mitad de la vida (pensando optimista, que rayara la centena) siento que debería haber fructificado, recogido. Debo una satisfacción a todo lo que viví y a los conocimientos que me semillaron: dar a mi vida un fruto literario, digno, hermoso y grande; que invite y agasaje a todo el que lo probare. 
Estoy por crearlo y criarlo. Pero me disipo.A los cincuenta me duelen los insomnios, las desmemorias, las torpezas, y mi imagen avejentada que no quiero reconocer en el espejo; pero lo que más, el tiempo perdido y el no completamente aprovechado.
Debo; y quisiera pagar.
Espero que nunca sea tarde.
Menos mal que tuve una hija.



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