jueves, 11 de septiembre de 2014

MENDIGOS DE ROMA







Forman parte de todos los paisajes urbanos en los países sean  libres o dictatoriales, y parece que están igual de presentes en los prósperos que en los míseros. Roma, mucho más que  Santiago de Compostela (donde ya me llamó la atención), desde su fundación, habrá sido una de las mejores plazas para este oficio, por la cantidad y calidad de iglesias y peregrinaje.
Encontramos bastantes lisiados que mostraban su horrendo muñón o su cruel malformación a los transeúntes. Quizá parezca inmoral pero he robado a los mendigos que se ven, estas fotos, aunque a muchos otros, mejores fotos, más rotundas, no me he atrevido y creo que hubiera podido.
Y además,  nunca doy limosna. Me parece que darla es promover la mendicidad, que es una salida indigna de la vida. Claro, que si no se puede o no se sabe hacer otra cosa... supongo que hay que ponerse en su piel, y yo no he tenido nunca que hacerlo.
Soltaré un argumento para apuntalar mi frialdad en este tema: los lisiados espectaculares, que son la élite de la mendicidad clásica, me parecen “aprovechados” que buscan un sobresueldo. Veréis:
En nuestros países europeos España, Italia.. tenemos un sistema de asistencia social que procura dar una pensión a quien no puede valerse. Me parece ideal que el estado ayude mediante la creación de centros especiales de empleo, -que son subvencionados-, también que haya un porcentaje de plazas entre los funcionarios públicos para discapacitados, y que, por último, el estado mantenga a quien no puede trabajar de ninguna manera. Creo que eso es un derecho, que además funciona. Y digo que son aprovechados algunas personas que seguramente teniendo esa pensión (como derecho reconocido por el estado, y  que se les da para que mantengan una vida digna), luego decidan “trabajarse” su discapacidad y obtener un sobresueldo. Con esto “están estafando” a los incautos que, luego de pagar impuestos que garantizan a estas personas el derecho a sobrevivir con su pensión, les dan limosna sin pensar, espantados por el muñón o la deformidad.
Sobre las colonias de mendigos profesionales que cruzan Europa desde sus lugares de origen para mostrarse con su, también calculada, indumentaria, tengo menos argumentos: no sé cómo es la vida en países como Rumanía. Pero no me parece digno, ni tampoco admisible, ser un mendigo de profesión e invertir dinero en viajes a la otra punta de Europa para “montar” la vida familiar, con esos recursos.
En Roma llegué a ver a una gitana pidiendo con su niño pequeño en brazos, cosa que, seguro que en Italia como aquí, está prohibidísima. La razón no es sólo el abuso, sino que ese niño aprenderá, primero:  que no tiene dignidad ni capacidad para ganarse la vida trabajando, y segundo, que la élite de su “oficio” tiene un muñón espectacular. Hay casos históricos, espero que no actuales, de mutilaciones deliberadas para despertar compasión y aumentar el rendimiento de la caridad.
Los negros, musulmanes, sudamericanos o chinos, no piden nunca y vienen en muchos casos de sitios donde la vida es mucho más dura.
Al haber escrito esto me queda como mala conciencia de abusón, de haberme ensañado,  como un tufillo de fascista. Pero lo releo y pienso que es racional, -quizá demasiado obvio y machacón-, lo que he argumentado. Pero sí; el artículo me ha quedado como esas películas con mensaje doctrinal, las "de tesis".

También sé que tengo que dar gracias a la vida por no haberme visto en las circunstancias que esas personas soportan; pero no voy a dar gracias a la vida satisfaciendo mi “mala conciencia de privilegiado”con la limosna que directamente ellos piden. La manera de aliviar la mala conciencia es defender primero la economía productiva, el derecho al trabajo, y después un estado social que recaude de nosotros, los que nos hacemos valer, para mantener a las personas desgraciadas que no puedan hacerlo.




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