viernes, 5 de septiembre de 2014

Las plácidas noches "plazadas".







Piazza Navona es el lugar favorito para nuestras noches romanas. Gran placer, lamer un helado sentados a la vera de la fuente de los “cuatro ríos” de Bernini, que sólo es la más tremenda de las tres fuentes artísticas que adornan la plaza, contemplando el espejo de nuestra alegría de vivir Roma en los ojos maravillados y en los gestos de  todos los turistas encantados que se hacen fotos sin parar queriendo aprehender el mármol y el agua,  los volúmenes y las luces, y la gente. Es verano y vacación, murmullo de conversaciones en todas las lenguas y, sobre todas, se distingue el lenguaje universal de la agradable música callejera buscando monedas del artesano tañedor que quiere aprovechar para llenar mejor su sombrero a la sombra del arte de Bernini, untándolo con música romántica. Se distingue el “solamente una vez” o las Czardas de Monti, o el “Volare” o la “Meditación de Thais”. Aunque a veces se superponen otros grupos tocando otras músicas, hay competencia sonora en aquella amplitud tan poblada.





Seguramente la superpoblación que vi en la "Navona" tiene que ver con que la plaza de la Fontana de Trevi esté casi vacía por las obras en la fuente.


Pero en la plaza de la Rotonda, bajo otra fuente menos gloriosa que la del Bernini, frente al Panteón hay menos gente y se escucha con más atención a los guitarristas eléctricos que allí se asientan para trazar elegantes punteos sobre una música pregrabada. La gente los captura con sus móviles: seguro que todos los días, gracias a bastante gente de los que pasamos por ahí, estarán flotando por otros  mundos lejanos de estos marcos incomparables, en los pequeños márgenes del mundo único y vario de youtube. Estos músicos venden sus discos a 10 euros. Todo el arte en Roma se compra bien  y uno no se duele en gastar, como queriendo compensar a los "artistas" en general, dándoselo a los vivos, para de alguna manera seguir siendo mecenas con la ciudad maravillosa del pasado, con la que se ha contraído, durante todo el día y parte de la noche, impagable deuda estética.







Siempre es glorioso entrar al Panteón y uno nunca pudo evitar disparar la cámara. Me parece una curiosidad que en esta foto se me colara la indicación tan concreta de "aquí hay un extintor" en un espacio tan mágico. Creo que su esquematismo universal da otra profundidad a la foto. Y no lo vi al hacerla, embriagado por esa legendaria luz cenital.





De camino a casa nos sentamos otro rato en otra plaza,a la vera de la fuente del Tritón

Es una lástima tener que retirarse al hotel, cerrando los ojos a estas plazas vivas. Mañana hay nueva jornada de iglesias y museos. Roma es demasiado grande para calzársela en una semana y la batería de mi cámara de fotos también necesita ya su alimenticio enchufe de la habitación de nuestro hotel,  -como mi cuerpo una ducha aliviante-  para aguantar las emociones del siguiente día. Pero siempre será agradable volverse a empapar del ambiente de la plaza Navona.
una desconocida regaló esta sonrisa a mi cámara

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