Se ha oído hablar mucho de un "continente" de plástico que hay en el Pacífico Norte y yo nunca había tenido la curiosidad de buscarlo por internet pero parece que existe. Hay, según su nacionalidad o referencias geográficas quien dice que del tamaño de Francia, de México, o de Texas, muy grande en cualquier caso, aunque las fotos que me se ofrecen en el vistazo son las mismas. También he leído que, contrariamente a lo que se ha dicho alguna vez, todavía no es fotografiable desde el espacio.
Acaso el problema mayor sea que se el plástico se trocee, y convierta en microplásticos que entren en las cadenas alimenticias de peces y terminen acabando con todos ellos. Debe ser mayor el temor a lo invisible: si nos invadieran hienas o leones sería fácil localizarlos; el problema "gordo" (por paradójico que parezca) son las bacterias o los virus, lo minúsculo lo silencioso.
Os contaré que yo reciclo papel desde los ochenta, antes de que hubiera contenedores azules, que se lo llevaba a un chatarrero que mucho tiempo antes pagaba por el papel. Recuerdo que en el año 2000 ya encontré contenedores amarillos en Salamanca, desde entonces somos asiduos. También desde hace lustros llevaba bolsas reutilizadas a la carnicería para evitar que me regalaran unas nuevas. Constantemente visito los contenedores amarillos pero no lo hago con bolsas compradas ad hoc, sino con bolsitas recicladas de algo de plástico, que lleno de envases.
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A la par que sucedió la norma gubernamental de que haya obligatoriamente que comprar las bolsas de plástico en las tiendas, se produjo el exponencial aumento del plástico en las carnicerías grandes y en las de los supermercados, donde ya no te lo parten en directo sino que lo escoges tú con el precio puesto en una bandeja de plástico rodeada de más plástico, no sé si al final estamos generando más plástico por esta moda-comodidad, aunque hace un poco más de tiempo abundaba más ese otro producto llamado poliexpán que nunca he sabido si es reciclable o no, pero que suelo echar en el contenedor amarillo.
Otra tontería son los costosísimos envases antirrobo que hay en todas las tiendas autoservicio, desde los bazares, a las ferreterías. A mí me dio tiempo a ir a la ferreterías donde, detrás del mostrador, unos señores vestidos con sufridas chaquetas azul marino te pesaban un puñado de tornillos o de tuercas o de clavos, de tacos o de escarpias, aquello era barato y te lo envolvían en un papel de periódico reciclado, o en el clásico papel de estraza de color marrón claro. Ahora estos productos se venden en autoservicio y vienen envasados en embalajes que probablemente cuestan tanto o más que el propio producto, de plástico superirrompible, con un cartón donde aparece la marca la fotografía o las características del objeto que a ti te va a servir para clavar o sujetar algo. Cuesta caro y para remate los tornillos tirafondos o clavos suelen ser de peor calidad que antaño.
La motivación para escribir hoy surge esta página porque hace poco se me ocurrió ir a un estanco a por piedras de mechero, porque en los mecheros que compro para encender los gases de mi cocina se desgasta antes la chispa que el gas y quería, ya que, además son recargables, comprar estas piedras. Mi ilusión es que me hubieran vendido cinco o seis piedras y me las hubieran envuelto en papel de periódico como se hacía en el siglo XX y me hubieran cobrado por cada una a cinco céntimos, pues no, la estanquera puso esto encima del mostrador y me pidió un euro.
nueve piedras envueltas en plástico irrompible, para que sigamos construyendo islas de plástico y además las paguemos nosotros.
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