jueves, 13 de febrero de 2025

A.M.D.G. El monopolio



 Durante siglos, la iglesia, las religiones, han tenido el monopolio de la vida, una vida para la muerte que ofrecería la vida óptima, la definitiva, la verdadera. El monopolio de lo importante, el ser pontífices o mediadores entre el dios omnipotente de arriba y los desterrados hijos de Eva, ha marcado el paso de la historia. Por citar la expansión árabe, las guerras de religión contra o a favor de las múltiples herejías y la educación en el miedo, contra el placer, de los niños y de los adultos, en resumen: las guerras santas y las imposiciones en tiempo de paz.

Esta novela de 1910 contra un colegio de jesuitas es espeluznante, y está, no puede ser de otra manera, basada en realidades muy cercanas al hombre de menos de treinta años que la escribió: Ramón Pérez de Ayala. No tiene por qué ser cierta la literalidad pero sin duda lo fue la verdad: esas maneras de atosigar, esos abusos, han sucedido y han sido posibles porque estas instituciones tenían el monopolio de lo fundamental, la salvación de las almas, y, al calor y  en nombre de esa quimera, se han cometido todo tipo de desmanes y atropellos. El libro acaba muy rabiosamente y tampoco me extraña que alguna parte del anticlericalismo español que tanto destruyó en la guerra civil, y que volveré a comentar cuando veamos fotos de mi último viaje por Andalucía y Albacete, sea fruto en algún caso de la lectura de este libro.


En estos días el Putin que ha ganado la guerra, por abandono de todos los que podían ayudar a Ucrania, estará feliz y además saldrá al lado de un barbudo patriarca a agradecer la victoria. Sí: en 2025, la religión aplasta lo poco que puede para su interés, sirviendo de pretexto o de coartada... Trump también habla de Dios... como el único ser superior a él mismo.

El mundo se rige y la actuación de Putin o de Trump o de todos los demás por otros intereses materiales o de orgullos materiales, nada que ver con el mensaje bueno de los evangelios. Yo tuve un amigo fraile y supe que él sí era bueno, mientras que, a lo largo de la historia, otros entraron en la religión porque era una forma barata de estudiar, o por medrar y ser poderosos, o por acercarse a los niños con las más inconfesables intenciones.

En mis viajes visito edificios que fueron conventos o monasterios y comprobamos que ya queda muy poco futuro funcional fuera de importar vocaciones para salir de la pobreza del extranjero.

Curiosamente la última vez que he dormido fuera de casa ha sido en un antiguo colegio de jesuitas hoy convertido en hostal.





                                                        Este techo es del siglo XVI
y este es el claustro o patio

Fue en Alcaraz, las baldosas no pueden ser originales, había una cubierta de cristal sobre el patio que tampoco lo era. 

Si hubiera leído antes ad maiorem dei gratia puede que no hubiera descansado tan bien.

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