Mi mujer es de Ávila; allí nos conocimos y fuimos novios: es una ciudad amurallada a la que siempre se compara con Carcassonne; por esto mismo era un sitio pendiente de conocer, quiero decir que estaba en nuestra cabeza como posible si nos daba tiempo en este viaje a diferencia de tantos sitios que fueron apareciendo de los que lo desconocíamos todo.
Prosaicamente voy a recordar algo que a veces hacemos y siempre deberíamos hacer: si algún día sois viajeros sexagenarios os recomiendo que cuando calculéis que aparecen los arrabales de una ciudad apartaos de la carretera para vaciar la vejiga. Es lamentable, y nos pasa demasiadas veces, que ansiosos por entrar en una ciudad y aparcar correctamente el coche se junten las presiones de estar una hora sentados con todos los nervios que uno tiene y lo pasemos mal, buscando un descampado o algún verde donde aliviarnos. Yo de pequeño en mi pueblo tenía, teníamos todos, un orinal debajo de la cama para evitar tener que salir al corral en las gélidas noches de invierno. Muchos camioneros, que no pueden parar en cualquier sitio llevan a mano una botella de plástico que utilizan para estos alivios y que incívicamente tiran por las ventanas hacia las cunetas. Lo digo porque el hombre cívico que soy yo que frecuentemente recojo latas envases y botellas muchas veces he encontrado envases de botellas de agua con un líquido amarillo. Puedo entender eso que hacen los camioneros pero deberían guardarlo en su cabina hasta llegar a un sitio donde vaciarlo y tirar el envase a la basura. Bueno, que no sé si adoptar el método de camionero (el civilizado, por supuesto).
Llegamos a Carcassonne y nos estábamos meando los dos. A pesar de aparcar lejos del centro fue difícil y angustioso hallar un lugar, lo recuerdo bien, así como el subsiguiente alivio.
Llegamos por el Este, y lo mismo que la gente que llega por el Este a Ávila tardamos mucho en ver sus murallas, la cité que llaman, donde está su catedral y sus espectaculares murallas y barbacanas.
que no es ésta. Al día siguiente tuvimos la suerte de entrar aquí en una misa de comunión, sí en octubre, ignoro la causa porque yo la tomé en mayo.
La música que se interpreta en las iglesias de Francia es realizada por magníficos intérpretes vocales e instrumentistas, una chica guapísima de bien trabajada voz hacía de solista del coro. Lo grabé o lo intenté grabar con la emoción y el temblor de estar gozando pero he perdido, en el trasiego de importar las fotos, aquella delicia que vuestros oídos no escucharán pero sí la recomendación de entrar en las iglesias cuando haya misa y gozar del arte sonoro.
Una cruz de hierro delante de un reloj de sol
Una entrada al recinto moderno. Las ciudades, y Carcassonne ha sido ciudad aparte del recinto amurallado que serían unos restos obsoletos incómodos y abandonados hasta que en el siglo XIX se produjo el impulso reconstructor cuyo representante es el arquitecto Violet Le Duc, estaban amuralladas para cobrar por la entrada de mercancías. Esta puerta de la ciudad moderna, no se derribó en los ensanches que se produjeron en todas las ciudades cuando cesaron esas maneras de financiarse los ayuntamientos.
Una espléndida y generosa plaza mayor con muchos franceses aprovechando la generosidad en grados de este otoño (o el cambio climático)
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