miércoles, 18 de septiembre de 2024

Niebla y el síndrome de Harada

 Los viajes también nos enseñan gente. Lamento no haber solicitado una foto del matrimonio que encontramos en la puerta de su casa que está frente a una puerta al suroeste de Niebla.

Debemos parecer simpáticos en nuestros movimientos para fotografiar, la gente mayor nos interpela y nosotros pegamos la hebra con facilidad.

Aquí detrás, en su puerta, estaba a la sombra este matrimonio que nos comentó algo de esta torre.


Después bajamos a fotografiar esta puerta de la muralla. Al volver reanudamos la conversación, de pronto, al comentar sobre lo del polvo de la cementera que ensuciaba todos los coches, nos dijeron que ella era ciega, que había perdido la vista a los 23 años de un día para otro y nos dijo la fecha. Nos dijo también que se había tirado un año en una clínica de Madrid, y nos habló de muchos médicos que se habían ocupado de su caso, entre otros un Pérez Llorca cuya casa señorial habíamos visto en Cádiz, y que tuvo un hermano, Jose Pedro, o fue él mismo, uno de los padres de la Constitución, pero ella le conoció como reputado oftalmólogo. 

Casi toda la vida sin ver, parece tuerta pero es ciega, sin embargo tenía alegría y expresividad en la mirada. Nos contó que como vendedora de la ONCE había dado un premio de cuarenta millones de pesetas en esta localidad. Su marido había sido ferroviario, y se lamentaba ante unos viajeros como nosotros, de no haber podido viajar lo que hubiera querido a pesar de tener gratis los billetes de tren, pero nuestro mayor placer maduro no tenía sentido para ella. Es terrible, yo no viajaría sin mi mujer, y ella tampoco viajaría sin mí. Tiene sentido descubrirlo conjuntamente: llamarnos la atención sobre lo que vemos, comentar, compartir. 

El principal sentido es la vista. Esta mujer de aproximadamente 77 años, que son los que me confesó su marido, lleva cincuenta años sin ver la luz del día. Sin embargo nos daba explicaciones de las puertas de este recinto amurallado, con mucha precisión y rectificando a su marido: una persona inteligente aguza los sentidos que tiene y supongo que afila más cuando pierde el principal. Nos comentaron lo de "Harada con h" y lo he consultado en internet. Es una enfermedad rara, pensé en el polvo de la cementera, y en los vapores del río, aunque parece que es algo congénito.

Si alguna vez vais por Niebla saludad a ese par de viejos: seréis bien recompensados por sus lecciones de vida.


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