Me he propuesto contar este viaje de modo absolutamente cronológico. En el anterior tenía tal impaciencia por mostrar que estuve picoteando de modo inseguro, como un impostor. Así que a continuación de visitar la iglesia abierta por funeral, buscamos lo que demás hubiera en el centro de esta almendra. Y creo que, de lo que nos gusta, hay poco más que lo que había en torno a esta plaza.
Aquí tenemos una recoleta plaza con varias fuentes de bajo consumo. La de la derecha que veremos en detalle está dedicada al vate Espronceda. La del centro tiene una pequeña escalera de humedad que, aunque no lo parece, está funcionando, derramándose suavemente. Almendralejo debe ser uno de los lugares más tórridos de España, compitiendo con Écija, Utrera, Córdoba Mérida etc, pero, a diferencia de estas dos últimas, no tiene río.
Aquí tenemos al inmortal Espronceda que, como buen romántico, vivió pocos años
El teatro, profusamente engalanado con la bandera de Extremadura, lleva el nombre de la escritora Carolina Coronado, que tiene otra fuente en la misma plaza del mismo trazo que Espronceda.
Me colé con la cámara en este decimonónico casino o circulo, de entrada solo reservada para socios, y yo sin pedir permiso pues nadie había controlando. Hice, aprovechando la soledad de la mañana, lo que pude sin arriesgar demasiado el que apareciera alguien que me invitara a salir.
De un lugar tan característico como este estamos hablando. En Murcia no nos fue posible acceder, creo que hasta cobran entrada a los que reservan los pases establecidos para verlo.
Calle con parasoles de artesanía, seguramente elaborada por señoras jubiladas.
La fuente de Carolina Coronado en la misma plaza, aunque sin agua.
Otro edificio singular es la plaza de abastos, que estaban remozando.
Lo demás es todo nuevo y funcional, así que seguiremos hacia el Sur.
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