jueves, 30 de abril de 2020

La suelta

Cuando yo era joven había dos clases de bailes: el suelto y el agarrao. Agarraos, pero sin lubricidad, hemos estado hasta pasado mañana, que mañana era fiesta, y pasao nos sueltan.

Los finolis nos han impuesto un barbarismo que es desescalada que debe ser algo así como rappel, o tirarse por una cuerda después de escalar una pared. Pobres escaladores. ¿Escalar está permitido? Kennedy comenzó la escalada en Vietnam, que fue meter a tutiplen militares, portaaviones, y helicópteros con puerta lateral ventilada porque dentro olía demasiado a negro y a marihuana y era imposible escuchar a Wagner, por más que nos vendieran aquello.

Es una suelta lo que viene y ya nos pueden echar galgos porque ahora podremos ir a la farmacia, a por tabaco, a correr, a comprar, a buscar el perro para pasearlo o a buscar el niño cuya custodia tiene nuestra ex, pero nos concede el derecho a irnos a paseo con él.

Una vez, y es lo que me ha hecho levantarme del sofá para escribir, que nos suelten, el problema va a ser precisamente la máscara obligatoria, accesorio (lo sabe hasta el que asó la manteca) ideal para atracar un súper, un banco, una farmacia o una joyería. Mientras tanto los policías están pendientes de si has salido ya dos veces a correr, te corresponde la franja horaria o tu niño no aparenta los trece años y medio que cuentas.

En serio: ése es el peligro que viene, además los ladrones deben andar caninos.

Esto alguien lo habrá pensao, digo yo.

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