lunes, 2 de noviembre de 2015

ESTABA ESCRITO

He comenzado la gozosa tarea de leerme los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Creo que es una obra imprescindible para todo español que se tenga por lector.
 
 
No me agradan los tumultos. No me agrada -ni a Galdós tampoco, según mi criterio- ni siquiera el Motín de Aranjuez, que propició la caída de Godoy. Sin embargo hay dos excepciones en la historia de España.
 Dejémosnos mecer por la épica del dos de mayo de 1808:
 
 
Durante nuestra conversación advertí que la multitud aumentaba, apretándose más. Componíanla personas de uno u otro sexo y de todas las clases de la sociedad espontáneamente reunidas por uno de esos llamamientos morales, íntimos, misteriosos, informulados, que no parten de ninguna voz oficial y resuenan de improviso en los oídos de un pueblo entero, hablándole el balbuciente lenguaje de la inspiración. La campana de ese rebato glorioso no suena sino cuando son muchos los corazones dispuestos a palpitar en consonancia con su anhelante ritmo, y raras veces presenta la Historia ejemplos como aquél, porque el sentimiento patrio no hace milagros sino cuando es una condensación colosal, una unidad sin discrepancias de ningún género, y por tanto, una fuerza irresistible y superior a cuantos obstáculos puedan oponerle los recursos materiales, el genio militar y la muchedumbre de enemigos...
  
En 2003 el gobierno de José María Aznar metió a España en la Guerra de Irak. Muchos nos manifestamos contra esa inclusión. Poco después se produjo un atentado con bomba en la casa de España en Casablanca (Marruecos), hubo muertos que tenían que ver con esa guerra. Poco más tarde, el 11 de marzo de 2004, se produjo en Madrid el mayor atentado terrorista de la historia de Europa: casi doscientos muertos. 
Faltaban dos días para las elecciones generales y el gobierno del Partido Popular trató de desviar la atención, incluso logrando una resolución de las Naciones Unidas en las que se imputaba el atentado a ETA, nuestros terroristas locales. Se trataba por el gobierno de Aznar, de ganar tiempo para que las urnas no le pasaran la factura de esa guerra impopular. Sin embargo, la gente se unió para tomar las calles y gritar a las puertas de las sedes de esos partidos "antes de votar, queremos la verdad" Y el Partido Popular pasó de tener mayoría absoluta a la oposición.
Fue un gran momento que, como vemos, ya estaba escrito desde Julio de 1873.

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