sábado, 4 de febrero de 2023

Arcón de Olid, amaterus de altos vuelos

 Hoy volaba todo lo alto que pudo sin llegar a estar en órbita un globo chino sobre Estados Unidos, y estos amigos vallisoletanos volvieron a cobrar a Béjar los elevados aplausos que rinde su afición tan bien encaminada. ¡Qué fácil es leer para mí ahora esta obra después de escuchar su música interpretada!



Uno se congratula de entender español,  esta lengua de cultura otrora tan bien cultivada, cuando sacan su literatura de oro del arcón del tesoro, desempolvan y planchan, y rellenan con su empeño, para que pueda bailar de gozo en nuestros oídos, y, al final, retribuirles con aplauso su sueño. 

Necesitamos por ahora del sentido, del gesto humano, del soplo divino que hizo humano al barro de Adán, para reírnos. La platea se tronchaba de risa aún quizá entendiendo de la media la misa, o el cuarto y mitad, los arcaísmos, (que estaba cruda, que acabo de leer y reconocer un buen trozo), los brillantes juegos de palabras de un autor de segunda división, donde se juega bien, que bien lo saben en Valladolid que nunca termina de subir a primera.



Hay muchos años de buenas voces conseguidas, otras se van haciendo al buen decir, tomando cuerpo. Empeño de sastrería, que ayuda a aliñar el verso. Está muy bien que parte del teatro se cultive por los generosos jardineros que adornan las ciudades durante horas fecundadas, privaciones y desvelos para que la gente diga ¡qué bonito! al pasar  en un minutito y cúanto me gustaría poder brindar yo esta belleza. ¡Vivan los activos!, los empeñados, decimos los pasivos con una mezcla de comodidad, miedo y envidia.

Y en este escenario que es la vida pasará otro teatro hacíendose compañía y regalando su amor de amantes, que en francés suena mejor. 

Volveremos a veros.

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