Ayer fui al cine con mi hija para ver la última de Spielberg. Es una gran película, tiene guionistas de lujo: los Hermanos Cohen. Se llama El Puente de los Espías (Bridge of Spies). Extraordinaria ambientación; doy por segura la candidatura al Oscar como mejor actor para Tom Hanks.
Son aguas pasadas, la guerra fría y el pánico nuclear, pero recuerdo que lo sentíamos como posible; eso trataba de explicar a mi hija, que nació en el 2.000.
"Nadie sabe qué cosa es el comunismo
y eso puede ser pasto de la censura.
Nadie sabe qué cosa es el comunismo
y eso puede ser pasto de la ventura".
Esto cantaba Silvio Rodríguez como dando a entender que no se había cumplido todavía bien. Ciertamente, como ninguna otra ideología. Seguro que a los fascistas puros les parecía que Mussolini había traicionado las ideas, como Hitler, Franco etc. Al final el fascismo, el nazismo o el falangismo fueron lo que fueron históricamente, como el comunismo, no lo que ponían en los papeles.
El comunismo salvo en Corea del Norte, es historia, y la mayor parte de esa historia parte de las hijuelas de la revolución de 1917, todo dictaduras.
Personalmente puedo o he podido considerar amigos a un par de dirigentes comunistas. En más de una ocasión he estado en la sede provincial de Avila. Ppor cierto, allí leí una revista Mundo Obrero (periódico oficial del partido comunista) de los años 90, en la que se decía que el asesinato de Carrero Blanco por ETA en 1973 era un "ajusticiamiento" (no sé si esa "justicia" le alcanzaba al chófer que fue volado con él) .
Con lo que sufríamos todavía de ETA, ese detalle me espantó; pero yo nunca -tampoco antes-, he sido comunista.
En España el Partido Comunista dejó de llamarse electoralmente así en los 80, para funcionar como Izquierda Unida, , aunque siempre ha sido liderada por un miembro con carnet del Partido.
El batacazo de las últimas elecciones ha sido grande -pienso yo-: dos diputados por Madrid.
No es extraño: su mensaje electoral era deficiente. Lo único salvable que se encuentra del comunismo es Salvador Allende, que gobernó menos de tres años, muy azarosos y llenos de huelgas, y que terminó suicidándose -igual que Hitler, paradojas-, cuando iba a ser capturado por sus enemigos, en su caso, los militares acaudillados por Pinochet.
Aunque me emociona mucho su discurso radiado, no entiendo el suicidio como un valor saludable, ni estético, aunque seguramente alguien lo quiera ver como ejemplo de dignidad y coherencia. Allá ellos.
Aquellos avatares, como los de la película de Spielberg, son algo muy trasnochado, que impresionan como historia, pero que nadie quiere traer como realidad.
El líder de Izquierda Unida no había nacido el 11 de septiembre de 1973, y dudo mucho que haya escuchado mucho a los Quilapayún o a los Inti Ilimani, en la Transición estuvieron algo de moda por solidaridad, ahora ya no hacen gracia. Nadie les escucha aquí.
Para más abundancia esta vez querían enjuagar el nombre Izquierda Unida con el de "Unidad Popular" que era el de la coalición liderada por Salvador Allende.
La publicidad televisiva de esta candidatura era solo para nostálgicos, mayores de 50 años, y así les ha ido. Viven en el pasado mítico, porque, evidentemente, no tienen a nada concreto a lo que agarrarse.
El comunismo es, -fuera de una "ventura"- una penosa experiencia dictatorial de la que han huido todos los pueblos donde se ha implantado.
Más de media Cuba escapó de ese paraíso. Parece que ningún país europeo, a pesar de las crisis, quiere volver al comunismo que le impusieron antaño. Y nadie pone como ejemplo de nada a Corea del Norte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario