No sé si se me nota que no me apasiona mucho la política diaria española. Pero hoy voy a comentarla un poco.
Resulta que hay convocado un debate en una televisión -Antena 3- con las cuatro fuerzas políticas que tienen posibilidades de entrar en el próximo gobierno de España. Días después, habrá un debate entre los dos líderes del bipartidismo clásico que nos viene desde 1982.
Voy a centrarme en la primera confrontación dialéctica, que es la que puede reflejar más a la España actual.
El presidente del gobierno, que lo pretende volver a ser, rehúsa participar en el debate y envía a su vicepresidenta. Es fácil prever un ataque a tres bandas hacia las políticas que se han ejecutado en esta legislatura que, probablemente, al candidato Rajoy le resulte incómodo responder a este presidente con bien ganada fama de perezoso y huidizo. Este cobarde cálculo es un gran punto en su contra.
Pero a su favor está el que en un primer envite no se desgasta su cabeza de cartel, sino una subalterna, y ve el juego de su ¿principal oponente?Pedro Sánchez.
Pero además introduce un cuerpo extraño, distorsionador, porque - por primera vez- es una mujer. Y es otro punto a su favor. Un ataque de tres caballeros contra una mujer sola es visto en nuestra cultura sureña como un abuso. Esta visión probablemente hará que una parte grande de las mujeres y una no pequeña de los hombres, pueda tomar simpatía por la acosada.
Considero que la mujer será la estrella del debate, porque los tres caballeros no pueden ningunearla. Aunque su opción política lo merecería, si lo hicieran corren el riesgo de que les tilden de machistas.
Todos rondan los cuarenta. Cuando los veamos (es una suposición, no tengo pensado yo...) una parte de la audiencia pensará que hace 20 años en una discoteca el nulo caso le haría cualquiera de ellos a una muchacha bajita, regordeta y no demasiado agraciada de cara, con ojos feos y algo saltones. Seguro que pasaría completamente desapercibida ante sus oponentes: dos verdaderos guapos; y también ante un flacuho líder maldito de la lucha y de la dialéctica, que seguro que también ha ligado un montón.
Pero ahora no se trata de ligar.
¿o sí?
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