No presto mucha atención al fútbol pero, recientemente, y no creo que sea causal, hace unos días han detenido a unos directivos de la organización del fútbol, presuntos corruptos, en Suiza.
Gran parte de la corrupción política, deportiva y los negocios sucios como la prostitución o la droga transitan por estos países que no preguntan, y gravan menos o nada los capitales. También las figuras del deporte o de cualquier otra actividad altamente remunerada llevan a descansar su dinero allí, lejos de la imposición redistributiva de los estados-perro, que tienen súbditos que si valen para pagar entradas o comprar los productos que anuncian los deportistas, pero no para recibir los beneficios de los impuestos que se impondrían a estos afortunados.
Al lado de los estados-perro (o en cualquier otro lugar, porque gracias a los medios de comunicación y más todavía a las transacciones electrónicas), se colocan los estados garrapata para captar directamente la sangre de los animales.
Nos chupan la sangre, y hasta se diría que nos cuelan "enfermedades" en nuestro sistema fiscal, en nuestra moral.
¿Y por qué esto no cambia? Son países pequeños. Se les podría aplastar militarmente y presionar de muchas maneras: un verdadero bloqueo para impedir que se lleven los principales beneficios de una riqueza que generamos entre todos los paganos. Pero no se hace.
La cuestión es¿A quién le benefician los paraísos fiscales?
Seguramente a los políticos, a la casta política, seguramente a los empresarios que financian a estos políticos, seguramente a los empresarios de los medios de comunicación, que son financiados por esta misma gente y que callan sobre este abuso.
Y es que no se asienta nunca un debate profundo, que articule una reacción, la reacción que tendríamos que tener los defraudados y nuestros representantes, los que debieran velar por la hacienda pública.
En algún momento se habla de la tasa Tobin, para gravar esas transacciones. Pero luego, siempre, viene el silencio.
Llevamos dos mandatos de un presidente negro en el país líder del mundo, cosa ultrarevolucionaria si la viéramos desde los años 60 cuando había normas que obligaban a los negros a ir en la parte de atrás del autobús. Pero ni siquiera un representante de esta raza tan agraviada se ha dignado abordar esa injusticia.
Se ve que es una revolución mayor exterminar el parasitismo que beneficia a unos pocos, perjudicando a tantos.
Nadie lo hace, casi nadie lo pide ¿Será que estoy haciendo mal yo, que no tengo mi dinero en paraísos fiscales?
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