martes, 2 de junio de 2015

LA PITADA
No veo el fútbol. No vi la final de la Copa del Rey donde se pitó y abucheó al himno nacional y al rey. En estos días se habla mucho de eso, pero ya se sabía que iba a suceder exactamente así.

Juntar el aborregamiento del público del fútbol, con los equipos señeros del nacionalismo vasco y catalán, con proyección televisiva, en un momento solemne como es la interpretación de un himno nacional y teniendo al rey del Estado Español de pie escuchándolo solemnemente..., es como hacer lumbre a un pajar.

Pero es lo que hay en España. El FC Barcelona siempre va a tener muchas oportunidades de llegar a la final de la Copa del Rey y el día que su afición no pite o pite menos al himno, será celebrado por la “caverna mediática de Madrid” y por todos nosotros en general, como una derrota del independentismo, de manera que, por muchos años, este abochornamiento tiene que ir a incluso a más.

Alrededor de la mitad de las poblaciones de Cataluña y de las Vascongadas son independentistas. Eso es un hecho, pero en el fútbol, que es un reducto del nacionalismo más irracional donde la gente se reúne para observar unas habilidades deportivas en muchísima menor medida que para ver como triunfa su equipo sus colores, esto es escandalosamente mayoritario. Así, la masa abucheará al jugador contrario que, recibe una patada y retorciéndose de dolor o lesionado, no se levanta en el acto; le cantarán la canción mejicana “ay, ay, ay, ay, canta y no llores...” procurará meterse con los porteros cuando van a sacar, “ehhh.. cabrón”  o hará burla de los jugadores negros negros del equipo contrario, haciendo el mono “uh, uh, uh..” sin que seguramente sean desconsiderados, racistas o maleducados  en el resto de su vida.

El aborregamiento nacionalista de los asistentes a un campo de fútbol llega al éxtasis, de manera que estoy por asegurar que  el pasado sábado participaron en el abucheo un 95% de los asistentes, de los cuales un 45 seguramente prefieren seguir siendo españoles. Pero pitaron, no podían dejar de arrastrarse por los colores, eran parte de aquello.

Independizarse de vascos y catalanes y acabar así con sus desdenes,   suprimir el fútbol, jugar a puerta cerrada la final de copa, o poner un policía al lado de cada hincha, que detenga, grabe o denuncie a cada pitador, no son buenas respuestas.

Existe una solución más sencilla y, para mí, la única razonable: devaluar institucionalmente el acontecimiento, privándolo de la representatividad que da el llevar el nombre del rey, evitando así su presencia para que no haya necesidad de tener que escuchar el himno, Y así se empiece y termine este partido como cualquier otro..,y aquí paz y después gloria.

No lo he visto ni voy a perder el tiempo en buscar el video, pero estoy seguro que el Rey Felipe salió dignamente del abochoramiento, aunque fueran cien mil contra uno, es un profesional y su estudiada y entrenada  gallardía -rayando la heroicidad en el mal rato-, le otorgó muchas simpatías en todas las partes de España, incluidas Cataluña y País Vasco.

No sería la primera vez: desde los años 70 hasta hace unos pocos años, en que ETA tiró la toalla, la Vuelta Ciclista a España dejó de pasar por las provincias Vascongadas -el lugar de España donde hay más ciclistas y aficionados al ciclismo por kilómetro cuadrado-,  por la imposibilidad de impedir atentados o provocaciones. Eso es ceder, cambiar la costumbre reconociendo la imposibilidad de vencer al enemigo sí, pero fue inteligente, nada se rompió, la táctica es ceder en lo menos, asegurando lo más. Si este país tiene arreglo simplemente con el tiempo y la costumbre de vivir juntos, si resultan contraproducentes, -porque excitan la fuerza de los extremos-  los golpes de autoridad hay que usar la inteligencia para evitar tensiones innecesarias.

Remacho: no tiene ningún sentido que por “sostenella y no enmendalla”, todos los años,  durante unos días lo que se conoce como el “resto de España” ame más de lo que suele hacer a los símbolos patrios ultrajados y esté encabronada contra vascos o catalanes porque hacen lo que se espera de ellos.

Y concluyo: Quien evita la ocasión, evita el peligro.


1 comentario:

  1. y digo más: si se busca el "real"ce de un acto con la presencia del Rey, y su asistencia se convierte en un problema de convivencia y encabronamiento, la figura real se convierte en "el problema" y no en la "solución". Esto es tirar piedras al tejado de la -¿precaria?- convivencia nacional

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