martes, 25 de junio de 2024

Recomendación granadina sin fotos.

Es que no se permiten: para un adicto como yo fue una limitación, un chasco. Pero luego comprendí, es misma acertada política del museo del Prado, estar al servicio del disfrute del arte, no de la captura de imágenes de recuerdo y todas las posturitas que hacemos los fotógrafos.

El lugar pequeño para cobrar seis euro por verlo, pero tiene todo, esencia de la óptima, es la Capilla Real donde están enterrados los Reyes Católicos, que comparten estatua yacente y su hija Juana "la Loca" y su yerno Felipe El Hermoso, que tienen otra al lado. Preciosas obras de mármol. Antes hay una reja soberbia con imágenes de la pasión. El espectáculo, una vez dentro, propone descender a la cripta donde están los ataúdes de cada uno. Enfrente, un precioso retablo para celebrar misa. A la izquierda según se entra. la copia de uno de mis cuadros favoritos. El descendimiento de Rogier Van der Weyden. Mucho debió gustar a los reyes austrias que encargaron al menos dos copias, una se conserva en el Escorial, y el original que ahora está en el Prado, la presente es un depósito de la pinacoteca nacional. Me conmueve cada vez que la veo, sea en original o en copia de la época.

Luego hay dos dependencias más, una con esculturas y vestimentas religiosas y la otra, la sublime, la que justifica la prohibición de fotografiar tiene pequeñas obras maestras de Van der Weyden, Hans Memnling, y hasta Boticelli, aparte de otras magníficas obras de autores que no recuerdo, algunos españoles y alguno más, flamenco de Flandes. (Suerte tuvimos en lo artístico que nos gobernaran los reyes austrias, tan amantes de aquellos artistas.

Me resigné a capturar con la vista, abriendo los ojos todo lo que podía y obligándome a hacer un repaso final. Juro que salí agotado y tuve que tomarme un helado de chocolate para reponerme del cansancio de la impresión.

Creedme. 

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